Enfermedad y pecado

Una cosa que realmente preocupa a este escritor sobre la vida moderna es cómo al pecado constantemente se le llama enfermedad. Un hombre comete algún ultraje moral y le dicen que está enfermo, incluso le dicen eso.

Hace algún tiempo fui a ver a un hombre que había caído en una inmoralidad indescriptible y le había alcanzado. Durante años su vida mojigata había sido una farsa; ahora le habían arrancado la máscara y estaba en problemas, en profundos problemas.

Le había estado diciendo que ahora lo mejor que podía hacer era hacer una confesión limpia, ante los tribunales y ante Dios. Pero alguien más había llegado a él primero. Mientras estaba escuchando, este hombre le había dicho a su esposa: “Debes hacerle saber a Jim que está enfermo y necesita ayuda. No apruebo lo que ha hecho, pero tengo la esperanza de que si recibe la ayuda adecuada podrá curarse”.

¡Qué manera de evadir la cuestión del pecado! Por supuesto que el hombre estaba enfermo. ¡Me imagino que usted y yo también estaríamos enfermos si viviéramos como él había estado viviendo! Pero aclaremos esto: su enfermedad vino de su pecado, no su pecado de alguna enfermedad. Habría sido mucho mejor para él sollozar su corazón en contrición ante Dios por su pecado que excusar su conducta por motivos de enfermedad. ROM. 5:12 dice: “El pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte”, y Rom. 6:23 dice: “La paga del pecado es muerte”.

El hecho aleccionador es que si bien puede haber diferencias en los tipos de pecados que cometemos, o en los grados de nuestro pecado, Rom. 3:23 declara que no hay diferencia en esto, que “todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios”.

Es por eso que estamos tan complacidos y contentos de proclamar “el evangelio de la gracia de Dios”, cómo Cristo pagó la pena por nuestros pecados para que podamos tener una posición perfecta ante un Dios santo, “siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús” (Romanos 3:24). “¡Gracias a Dios por su don inefable!” (II Corintios 9:15).


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Alcanzar la madurez real

Espiritualmente hablando, Pablo consideraba a Timoteo su “hijo en la fe” (I Tim. 1:2). Y, como cualquier padre, tenía nobles aspiraciones para su ser querido. En el Libro de II Timoteo, él es muy específico acerca de cuatro cosas que quiere que Timoteo llegue a ser para el Señor.

Primero, quería que fuera un buen siervo del Señor (1:6). Dios le había dado un don espiritual temporal que no debía desperdiciarse, sino que debía usarse consistentemente en la iglesia local, donde tendría las oportunidades y la obligación de usar esta habilitación divina.

Pablo también quería que Timoteo fuera un buen ganador de almas (1:8). Aparentemente, había peligros reales para Timoteo al hacerlo, y existía el peligro de que eludiera esta tarea esencial. Podría permitir que el miedo a los hombres y sus reacciones le impidieran compartir el evangelio. Si Timoteo no superara ese temor, su falta de acción sería esencialmente decir que estaba “avergonzado del testimonio de nuestro Señor”. ¡Qué recordatorio para nosotros también hoy!

Luego, Pablo quería que Timoteo fuera un buen estudiante de la Palabra (2:15). Específicamente, quería que se aplicara diligentemente al estudio de las Escrituras para poder trazar correctamente la Palabra.

Finalmente, Pablo quería que Timoteo se aferrara fielmente a las doctrinas distintivas enseñadas sólo por el apóstol Pablo (1:13,14), que continuara en ellas sin vacilar (3:14) y luego las enseñara a hombres fieles que estuvieran firmes con él en la verdad dispensacional (2:2). A los ojos de Pablo, sólo cuando Timoteo alcanzara estas cuatro metas sería un santo espiritualmente maduro.

En un sentido práctico, cada uno de nosotros hoy puede medir nuestra propia madurez espiritual comparándonos con estas cuatro metas que Pablo tenía para Timoteo. Si usamos consistentemente las capacidades que Dios nos ha dado para el Señor en nuestra iglesia local, entonces habremos dado un paso hacia la madurez espiritual. Si somos valientes y fieles al dar el evangelio a las almas perdidas, habremos dado un paso más hacia la madurez en Cristo. Si estamos dispuestos a soportar dificultades en el ministerio de Cristo, sin detener nuestro servicio, habremos dado un paso más en madurez. Si somos inquebrantables en nuestra lealtad a las verdades dispensacionales distintivas de la Palabra de Dios, tal como las enseñó exclusivamente Pablo, habremos dado otro paso importante hacia la madurez espiritual.

Cuando los niños pequeños comienzan a caminar, dan un paso tambaleante a la vez. A veces se caen. Lo importante en su desarrollo hacia la madurez física es el proceso de levantarse cuando caen, sin inmutarse, y continuar caminando hacia una mayor estabilidad. Querido santo, si has caído en una de estas cuatro áreas de crecimiento en Cristo hacia la madurez espiritual, levántate y comienza a caminar nuevamente en la dirección correcta. Tu Padre Celestial está observando y esperando estar complacido con lo que elijas hacer a continuación.


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¿Qué es una iglesia?

Es extraño pero cierto que la mayoría de la gente –incluso la gran mayoría de las personas religiosas– no saben qué es una iglesia. Pregúntele al hombre promedio qué es una iglesia, y probablemente responderá: “¡Bueno, cualquiera lo sabe! Una iglesia es un edificio donde la gente va a adorar a Dios”. Pero esto no es correcto. La palabra traducida iglesia, en nuestras Biblias, simplemente significa asamblea. Una iglesia no es un edificio, sino la asamblea que se reúne en el edificio. Técnicamente, una iglesia ni siquiera es una reunión religiosa, porque la misma palabra se usa en Hechos 19:32 de una turba alborotada que se había reunido en Éfeso, y este versículo dice que esta asamblea estaba confundida y que “la mayor parte no sabía por qué se unieron”. Quizás esto podría aplicarse a muchas iglesias hoy en día, pero el punto es que una iglesia no es un edificio sino una asamblea de personas.

La iglesia de la cual la Biblia tiene más que decir es “la Iglesia de Dios, la cual Él compró con Su propia sangre” (Hechos 20:28), y San Pablo llama a la iglesia de esta dispensación presente, “el Cuerpo de Cristo”. ”, o “la Iglesia que es Su Cuerpo” (I Cor. 12:27; Ef. 1:22,23).

Los hombres no pueden unirse a esta Iglesia mediante el bautismo en agua ni ningún otro rito religioso, sino sólo por la fe en el Señor Jesucristo. Con respecto a los creyentes en Cristo San Pablo declara: “Por un solo Espíritu somos todos bautizados en un solo Cuerpo” (I Cor. 12:13). Y en Rom. 12:5 el Apóstol dice que “vosotros, siendo muchos, sois un solo cuerpo en Cristo”.

Muchas personas sinceras han tenido sus nombres en las listas de iglesias locales durante muchos años antes de aprender esta gran verdad: que la verdadera Iglesia de Dios no es un edificio, sino la asamblea de aquellos que confían en Cristo como su Salvador. Sin duda, personas dentro y fuera de muchas de las organizaciones religiosas que llamamos iglesias pertenecen a esta gran Iglesia Bíblica, mientras que otras, a pesar de toda su profesión religiosa, no. La pregunta es: ¿Hemos confiado sinceramente en Cristo como el Salvador que murió por nuestros pecados?


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What is the Mystery of God in Revelation 10:7?

“What is ‘the mystery of God’ in Revelation 10:7?”

“But in the days of the voice of the seventh angel, when he shall begin to sound, the mystery of God should be finished, as He hath declared to His servants the prophets” (Rev. 10:7).

This question was posed to me at a Bible conference in 2023. Initially, I was able to explain what it did not mean, that it was not referring to the revelation of the mystery that was committed to the Apostle Paul (Eph. 3:1-9); rather, it concerned a message for the future after this dispensation of grace is concluded. From there, I stumbled all over myself and had to admit that I really did not know what this “mystery of God” was. Later, after studying the chapter and its context for the Grace Study Bible, I came to see what I believe is the answer.

The term mystery in Scripture refers to truth that had been hidden or kept secret by God. God has truth in the Book of Revelation that had not been revealed before it was first made known to the Apostle John. This mystery is defined by the time period in the Tribulation during “the days of the voice of the seventh angel, when he shall begin to sound.” This refers to the seventh trumpet (Rev. 11:15) which sounds to announce the seven bowl judgments that take place during the second half of the Tribulation. Thus, here in chapter 10, we are at the midpoint of the Tribulation.

The “mystery of God” refers to the truth made known in Revelation 11-15 regarding details about the middle of the Tribulation that are found nowhere else in Scripture, such as the death, resurrection, and ascension of the two witnesses (11:7-12), the war in heaven between Michael and Satan (12:7-9), the assassination and resurrection of the Antichrist (13:1-3), the workings of the false prophet (13:11-15), and the mark of the beast (13:16-18).

This mystery was revealed to John, and it will be revealed to “His servants the prophets” (10:7). When you see this verse refer to “prophets,” don’t think past Old Testament prophets; think future Tribulation prophets. After the Rapture, when God resumes His dealings with Israel, the gifts of apostles and prophets will again be given to believing Israel by the Holy Spirit (11:18; 16:6; 18:20). And during the Tribulation, God will declare “the mystery of God” and when it “should be finished [fulfilled]” to His servants the prophets for them to declare it to others.

To the Reader:

Some of our Two Minutes articles were written many years ago by Pastor C. R. Stam for publication in newspapers. When many of these articles were later compiled in book form, Pastor Stam wrote this word of explanation in the Preface:

"It should be borne in mind that the newspaper column, Two Minutes With the Bible, has now been published for many years, so that local, national and international events are discussed as if they occurred only recently. Rather than rewrite or date such articles, we have left them just as they were when first published. This, we felt, would add to the interest, especially since our readers understand that they first appeared as newspaper articles."

To this we would add that the same is true for the articles written by others that we continue to add, on a regular basis, to the Two Minutes library. We hope that you'll agree that while some of the references in these articles are dated, the spiritual truths taught therein are timeless.


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Sé fuerte

Había una vez un joven que estaba a la sombra de un gran líder. Cuando ese líder falleció, le correspondió a su joven aprendiz tomar las riendas del liderazgo. Al hacerlo, enfrentó sus circunstancias con una cierta cantidad de dudas y temores comprensibles. Entonces alguien lo animó, diciéndole que fuera fuerte y mostrara valentía, porque Dios lo capacitaría. El líder fue Moisés, su aprendiz fue Josué y el alentador fue el Señor mismo (Josué 1:1-9).

Dios también desafía a los creyentes en la dispensación de la gracia a ser fuertes. Pablo les dijo a los creyentes en la gracia: ”Velad, estad firmes en la fe, portaos varonilmente, y esforzaos…” (1 Cor. 16:13) y “fortaleceos en el Señor y en el poder de su fuerza” (Efesios 6:10). No debemos acobardarnos de miedo ni rendirnos ante Satanás, que está librando una guerra espiritual contra nosotros. ¡Debemos ser fuertes!

Podemos hacerlo recordando que el poder de Dios está disponible para nosotros. Pablo oró para que los santos comprendieran “…la supereminente grandeza de su poder [está disponible] para nosotros los que creemos” (Efesios 1:19). El Señor nos ofrece Su poder y quiere que lo tengamos. ¡Créelo! Se accede al poder de Dios “por su Espíritu en el hombre interior” (Efesios 3:16). Nunca podremos triunfar sobre Satanás con nuestras propias fuerzas, pero podemos hacerlo cuando permitimos que el poder de Dios fluya en nuestras vidas en nuestro hombre interior. ¡Alimenta tu “nuevo hombre” interior en Cristo!

Nuestro hombre interior recibe poder al equiparnos con “toda la armadura de Dios” (Efesios 6:11). Esto se puede resumir en elegir tener un caminar diario constante en veracidad y conducta justa como nuestra norma (v. 14), estar siempre preparados para presentar el evangelio (v. 15), proteger nuestra mente mediante la fe en la Palabra de Dios (v. 16), vivir en la confianza de nuestra victoria eterna (v. 17a), usar las Escrituras para cortar las mentiras de Satanás (v. 17b) y ser constante en oración (v. 18). ¡Esté atento a vestirse con prendas que le permitan tener la victoria en su vida diaria!

La amonestación de Pablo es “…y habiendo hecho todo para estar firmes, estad, pues, firmes…” (Efesios 6:13-14). ¿Has hecho todo lo necesario para salir victorioso hoy? ¿Estás recordando que el poder de Dios está disponible para ti? ¿Has estado fortaleciendo espiritualmente tu hombre interior? ¿Equiparás consistentemente tu alma con toda la armadura de Dios? ¡Sé un creyente fuerte! Dios te capacitará si buscas en Él su poder para superar cualquier cosa que enfrentes hoy.


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Amnesia de la fe

“Y los discípulos se habían olvidado de tomar pan…Y entendiéndolo Jesús, les dijo: ¿Por qué razonáis, porque no tenéis pan?…Cuando partí los cinco panes entre cinco mil, ¿cuántas cestas llenas de pedazos recogisteis? Le dicen: Doce. Y cuando los siete entre cuatro mil, ¿cuántas cestas llenas de pedazos recogisteis? Y ellos dijeron: Siete. Y les dijo: ¿Cómo es que no entendéis? (Marcos 8:14a,17a,19-21).

A John W. Moore se le atribuye haber dicho: “La edad no ha afectado mi memoria en lo más mínimo. De hecho, ni siquiera recuerdo la última vez que olvidé algo”. [John W. Moore, del sitio web de Kent Crockett, consultado el 4 de diciembre de 2016]. Al leer los cuatro evangelios, a veces uno tiene que preguntarse si los discípulos sufrieron pérdida de memoria. Definitivamente experimentaron amnesia de fe.
Marcos 6:31-44 es el relato del Señor alimentando a los cinco mil multiplicando cinco panes y dos peces. En Marcos 8:1-9, estaban nuevamente en el desierto con una gran multitud de cuatro mil hombres presentes. En Marcos 8:2, el Señor dijo: “Tengo compasión de la multitud, porque ya llevan tres días conmigo y no tienen qué comer”. En respuesta a esto, uno pensaría que los discípulos habrían dicho: “Señor, simplemente haz ese milagro otra vez y multiplícate y crea algunos panes y peces como lo hiciste la última vez”.

En cambio, dicen: “¿De dónde podrá un hombre satisfacer de pan a estos hombres aquí en el desierto?” (Marcos 8:4). En otras palabras: “¿Dónde podría alguien encontrar suficiente pan en este desierto? ¿A dónde podríamos ir en este lugar desolado para encontrar comida para satisfacer a toda esta gente? Inmediatamente se sienten frustrados y consternados ante la imposible tarea de alimentar a semejante multitud. Le están diciendo al Señor lo que Él sabía: que esta era un área estéril. Las ciudades estaban muy lejos. Ni siquiera había pueblos cercanos. Encontrar comida para tanta gente simplemente no era factible ni realista.

Los discípulos ya habían visto a Cristo alimentar a una multitud aún mayor, pero todavía estaban perdidos cuando surgió un problema similar. Pero no podemos ser demasiado duros con ellos porque hacemos exactamente lo mismo. Olvidamos lo que el Señor ha hecho por nosotros en el pasado, dudamos y nuestra fe cede cuando llegan circunstancias difíciles a nuestra vida. Los discípulos tuvieron que aprender y aprender nuevamente la misma lección, la de reconocer su propia insuficiencia en una situación imposible y su necesidad de depender del Señor. A menudo tenemos amnesia de fe y somos así de insensibles. Nosotros también tenemos que aprender la misma lección una y otra vez antes de que llegue a nosotros en nuestra vida cristiana.

Después de que el Señor multiplicó los panes y los peces y alimentó a los cuatro mil, la cosa se vuelve aún más sorprendente y algo divertida a medida que leemos en Marcos 8. Mientras salían para cruzar nuevamente el Mar de Galilea, el Señor comenzó a decirles que tuvieran cuidado con la levadura. (o doctrina corruptora) de los fariseos y de Herodes, lo que hizo que los discípulos recordaran que se habían olvidado de traer pan excepto el que llevaban consigo. Estos mismos discípulos, que apenas habían terminado de repartir el pan multiplicado a los cuatro mil, comenzaron a preocuparse y a cuchichear entre ellos, diciendo que el Señor hablaba de levadura porque no habían traído suficiente pan (Marcos 8:13-16). Al percibir su discusión y sus pensamientos, en el relato de Mateo, el Señor pregunta con incredulidad: “Oh hombres de poca fe, ¿por qué razonáis entre vosotros, porque no habéis traído pan?” (16:8).

Luego les preguntó: “¿No se acuerdan? Cuando partí los cinco panes entre cinco mil, ¿cuántas cestas llenas de pedazos recogisteis? Ellos respondieron tímidamente: “Doce”. “Y cuando partí los siete panes entre los cuatro mil, ¿cuántas cestas llenas de las sobras recogisteis?” Admitieron torpemente: “Siete”. Entonces Él les dijo: “¿Cómo es que no entendéis?” (Marcos 8:21). O: “¿Cómo es que aún no lo entiendes? No tienes que preocuparte por el pan. Solo confía en mi.”

Dios había intervenido milagrosamente y obrado en sus vidas, pero cuando surgió el siguiente problema difícil, su situación y problema actuales los abrumaron, y la bondad pasada y la obra de Dios en sus vidas fueron olvidadas. Lucharon con la idea de que Cristo podía suplir sus necesidades y proveerles. Les costó recordar lo que Dios había hecho por ellos en el pasado y que Él está dispuesto y es capaz. Simplemente lucharon por confiar en Él. Y, sinceramente, todos nosotros también luchamos con estas cosas en un momento u otro de nuestra vida cristiana. Admitir que nuestra fe siempre tiene espacio para crecer es importante para que Dios, por Su Palabra y las circunstancias de nuestras vidas, “perfeccione lo que falta a vuestra fe” (1 Tes. 3:10). Que tengamos la misma honestidad del hombre que suplicó por la liberación de su hijo endemoniado: “Señor, creo; ayuda mi incredulidad” (Marcos 9:24).


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Main Figures of the Great Tribulation

After the BBS Board of Directors decided to move forward with the Grace Study Bible project, the various board members chose the books of the Bible for which they had an interest in writing notes. Following this, we invited faithful men with an understanding of the grace message from all over the country to write for the remaining books. My choices were the Gospel of John, 1 Thessalonians, Philemon, and Revelation.

Once I got started working on Revelation, however, I wondered if I could change my mind! It was tough at the beginning, but it ended up being a joyful and fascinating study.

The Woman: Israel

“And there appeared a great wonder in heaven; a woman clothed with the sun, and the moon under her feet, and upon her head a crown of twelve stars” (Rev. 12:1).

At this point in the Book of Revelation, we are at the midpoint of the seven-year Tribulation. The seven seal judgments have been broken open, and the seven trumpet judgments have sounded and have started to manifest.

In Revelation 9:2-3,5,10, we learn how demonic locusts will torture men for “five months” under the fifth trumpet judgment. This is followed by the sixth trumpet which announces monstrous, demonic horsemen (vv. 16-19) destroying all that is in their path for “an hour, and a day, and a month, and a year” (v. 15). This equals thirteen months and 25 hours. Adding the five months of locusts to the thirteen months of horsemen makes one and one-half years. Thus, the previous judgments of the seals and four trumpets will take two years, because the seal and trumpet judgments take place during the first three and one-half years of the Tribulation, which our Lord called “the beginning of sorrows” (Matt. 24:8). The bowl judgments take place in the second three and one-half years, which our Lord called, “great tribulation” (Matt. 24:21).

As we come to Revelation 10-15, we learn about events that take place at the midpoint of the Tribulation, such as the slaying of the two witnesses and their resurrection and ascension (11:7-13), the assassination and resurrection of the Antichrist (13:3,12), the making of the image of the beast that all will be required to worship (13:14-15), and the requirement of taking the mark of the beast (13:16-18), among other things.

Revelation chapters 12-14 reveal those who will be the main characters of the second half of the Tribulation, or the Great Tribulation. We find in verse 1 of chapter 12 that one of those main characters will be “a woman clothed with the sun, and the moon under her feet, and upon her head a crown of twelve stars.” This woman very clearly represents Israel. And believing Israel, portrayed as a woman, is the bride of Christ (Isa. 54:5-6; Rev. 19:7-8).

We see that the woman is Israel by the description regarding the sun, moon, and twelve stars. This reminds us of Joseph’s dream in Genesis 37:9-11, with the sun representing Jacob (Israel), the moon representing Joseph’s mother, and the stars representing the sons of Jacob. Thus, the twelve stars represent the twelve tribes of Israel. Regarding this woman, Israel, verse 2 of Revelation 12 states,

“And she being with child cried, travailing in birth, and pained to be delivered.”

As a mother giving birth (Isa. 26:17-18), Israel had agonized and suffered for centuries, longing for the Messiah to come and usher in His kingdom. We see affirmation of this in Zacharias, who prophesied, “Blessed be the Lord God of Israel; for He hath visited and redeemed His people, And hath raised up an horn of salvation for us in the house of His servant David…That we should be saved from our enemies, and from the hand of all that hate us” (Luke 1:68-69,71).

The Dragon: Satan

“And there appeared another wonder in heaven; and behold a great red dragon, having seven heads and ten horns, and seven crowns upon his heads.
“And his tail drew the third part of the stars of heaven, and did cast them to the earth: and the dragon stood before the woman which was ready to be delivered, for to devour her child as soon as it was born” (Rev. 12:3-4).

Satan will be another main character of the Great Tribulation. Calling him “a great red dragon” depicts Satan as a fierce and deadly foe. Red speaks of bloodshed and his murderous ways. As our Lord said of him, “He was a murderer from the beginning” (John 8:44).

The dragon has “seven heads and ten horns.” The dragon’s multiple heads and horns, as well as his having “seven crowns upon his heads,” all combine to represent Satan’s power as the god of this world and to tell of the governmental control he will use to subjugate the entire world in the Great Tribulation. Under grace, it is pure speculation to try to identify the heads and horns. The Antichrist is given the same
description of “seven heads and ten horns” (13:1; 17:7,9,12), which shows that Satan will give him his authority.

When Revelation 12:4 states that the dragon’s “tail drew the third part of the stars of heaven,” this refers to the fallen angels who followed Satan at his original rebellion. The dragon standing before the woman (Israel) “to devour her child as soon as it was born” shows that Satan anticipated the Messiah’s birth in accordance with Scripture. Thus, we know that, after Christ was born, Satan was behind Herod’s seeking “the young Child to destroy Him” (Matt. 2:13).

The Man Child: Christ

“And she brought forth a Man Child, Who was to rule all nations with a rod of iron: and her Child was caught up unto God, and to His throne” (Rev. 12:5).

The woman, Israel, gave birth, and the “Man Child,” Jesus Christ, was born (Isa. 9:6-7; Matt. 1:1). Christ is the main character of the Great Tribulation. At the end of those years, He will return on a white horse at the Battle of Armageddon and cast the Antichrist and the False Prophet into the Lake of Fire and establish His Millennial Kingdom (Rev. 19:11-21).

During Christ’s future earthly kingdom, He will “rule all nations with a rod of iron” (Rev. 12:5 cf. Psa. 2:7-9; Rev. 19:15). Further identifying the Man Child as Jesus Christ, John wrote that the “Child was caught up unto God, and to His throne,” which is the ascension of Christ to heaven (Mark 16:19; Acts 1:9; Rev. 3:21).

The Man Child was caught up unto God, but during the Great Tribulation, verse 6 of Revelation 12 says,

“And the woman fled into the wilderness, where she hath a place prepared of God, that they should feed her there a thousand two hundred and threescore days.”

There is a gap between verses 5 and 6, between Christ’s ascension (v. 5) and the fleeing of Israel into the wilderness (v. 6). What transpires during this gap is the Dispensation of the Grace of God (Eph. 3:2-3), as made known in the revelation of the mystery “which hath been hid from ages and from generations, but now is made manifest to His saints” (Col. 1:26). This current age and dispensation are not revealed in any of the prophetic writings in Scripture, including “this prophecy” (Rev. 1:3) of the Book of Revelation. We find it only in the writings of Paul. For nearly 2000 years, the Dispensation of Grace has delayed the fulfillment of the events of Daniel’s 70th week. Following the pretribulational Rapture of the Church (1 Thes. 1:10; 4:13-18; 5:9; 1 Cor. 15:51-53), God will pick up where He left off with Israel, beginning with the Day of the Lord (1 Thes. 5:1-3).

Israel fleeing into the wilderness is what the Lord told her she should do in His Olivet Discourse, that at the midpoint of the Tribulation, when the Abomination of Desolation (the image of the beast) stands in the temple, “Then let them which be in Judaea flee into the mountains” (Matt. 24:16ff).

The “they” that will “feed her” (Rev. 12:6) in the wilderness refers to the sheep nations (Matt. 25:31-40). Prior to His kingdom, the Lord will say unto these nations, “For I was an hungred, and ye gave Me meat: I was thirsty, and ye gave Me drink: I was a stranger, and ye took Me in” (v. 35). Israel will be fed in the wilderness by these nations for 1260 days (Rev. 12:6), which equals three and one-half years, the time of the Great Tribulation.

The Archangel: Michael

“And there was war in heaven: Michael and his angels fought against the dragon; and the dragon fought and his angels,
“And prevailed not; neither was their place found any more in heaven.
“And the great dragon was cast out, that old serpent, called the Devil, and Satan, which deceiveth the whole world: he was cast out into the earth, and his angels were cast out with him.
“And I heard a loud voice saying in heaven, Now is come salvation, and strength, and the kingdom of our God, and the power of His Christ: for the accuser of our brethren is cast down, which accused them before our God day and night” (Rev. 12:7-10).

During the first half of the Tribulation, there will be “wars and rumours of wars” (Matt. 24:6), but at the midpoint of the Tribulation, there will be a war in heaven. Michael the archangel, the protector of Israel (Dan. 10:20-21; 12:1; Jude 1:9), will battle against the dragon, the adversary of Israel.

It’s interesting to me how this will be a battle between equals. The created angels, Michael and Satan, are equal in strength, and the holy angels and demons under each of their commands are likewise equal. The only difference is that it is a battle between two-thirds holy angels versus one-third fallen angels. Moreover, God is also sovereign over this war, and He will empower the victory of Michael.

As a result of his defeat, “that old serpent, called the Devil [Slanderer], and Satan [Adversary],” will be cast out of heaven and confined to the earth. He will never again have access to any of heaven’s spheres, whether it is the first heaven of our upper atmosphere, the second heaven of outer space, or the third heaven where God dwells.

Verse 10 of Revelation 12 states that Satan, being cast out of heaven, will no longer be able to accuse believers before God in heaven (Job 1:6-11). The accuser of the brethren has something evil that can be said of every believer in Christ. None of us is 100 percent holy in everyday living. We all stumble, fail, and sin. However, we have a faithful Intercessor “Who is even at the right hand of God, Who also maketh intercession for us” (Rom. 8:34). Our standing with God is unaffected by Satan’s accusations because “It is God that justifieth” (Rom. 8:33); He has declared us righteous in Christ. We have been given the very righteousness of Christ and are righteous in Him forever (Rom. 3:22; 2 Cor. 5:21).

As a result of Satan being cast to the earth and confined there, verse 12 of Revelation 12 is a verse of exultation:

“Therefore rejoice, ye heavens, and ye that dwell in them. Woe to the inhabiters of the earth and of the sea! for the devil is come down unto you, having great wrath, because he knoweth that he hath but a short time.”

Satan’s banishment from the heavens is cause for its residents to rejoice, but his confinement to the earth is bad news for the inhabitants of the earth. He will be full of great wrath knowing that he has only “a short time.” The “short time” is defined in verse 14 as “a time, and times, and half a time.” “A time” equals one year, “and times” equals two years, “and half a time” equals one-half year. One plus two plus one-half equals three and one-half years, the second half of the Tribulation, the time of Great Tribulation.

Satan’s Persecution of Israel

“And when the dragon saw that he was cast unto the earth, he persecuted the woman which brought forth the Man Child.
“And to the woman were given two wings of a great eagle, that she might fly into the wilderness, into her place, where she is nourished for a time, and times, and half a time, from the face of the serpent.
“And the serpent cast out of his mouth water as a flood after the woman, that he might cause her to be carried away of the flood.
“And the earth helped the woman, and the earth opened her mouth, and swallowed up the flood which the dragon cast out of his mouth.
“And the dragon was wroth with the woman, and went to make war with the remnant of her seed, which keep the commandments of God, and have the testimony of Jesus Christ” (Rev.
12:13-17).

Satan will fix his attention squarely on believing Israel during the Great Tribulation and will persecute “the woman which brought forth the Man Child.” In Israel’s past, the dragon sought to “devour” the Man Child (v. 4), and during the future Great Tribulation, he will seek to devour the “woman,” or Israel. This is why Israel is taught in 1 Peter 5:8 to “Be sober, be vigilant; because your adversary the devil, as a roaring lion, walketh about, seeking whom he may devour.”

During the Great Tribulation, verse 14 of Revelation 12 tells us that “two wings of a great eagle” will be given to Israel, “that she might fly into the wilderness, into her place.” This hearkens back to Israel’s past at Mount Sinai when God told Israel, “Ye have seen what I did unto the Egyptians, and how I bare you on eagles’ wings, and brought you unto Myself” (Ex. 19:4). God will aid their escape, and in the wilderness, He will protect her from Satan and the Antichrist.

God will also nourish her in the wilderness. Like in the days of Moses when Israel wandered in the wilderness, God will provide manna from heaven (Ex. 16:1-36) and give Israel her daily bread (Matt. 6:11). Revelation 12 shows that believing Israel will be sustained in two ways during the Great Tribulation: first, by the believing nations aiding her (12:6) and, second, by God supernaturally providing for her needs (12:14).

In verse 15, we learn that Satan, in his great wrath, will hunt and find Israel in the wilderness, and he will “cast out of his mouth water as a flood after the woman.” In Scripture, “flood” sometimes refers to an invading, destroying army. We see this in Psalms 18:4, “the floods of ungodly men,” and in Isaiah 59:19, “When the enemy shall come in like a flood,” and in Jeremiah 46:7-8, “Who is this that cometh up as a flood…? Egypt riseth up like a flood…and he saith…I will destroy the city and the inhabitants thereof.” Thus we see that the serpent will sweep away, consume, and destroy Israel by this attacking force.

However, God will use the earth to thwart this attack. Like with Korah, Dathan, and Abiram (Num. 16:31-33; Deut. 11:6), the earth will dramatically and supernaturally open her mouth and swallow “up the flood which the dragon cast out of his mouth” (Rev. 12:16).

During the Great Tribulation, Satan will be “wroth” (Rev. 12:17), full of rage against the whole nation of Israel, but he will declare war on “the remnant of her seed,” that is, the Jewish “saints” (13:7) who “keep the commandments of God, and have the testimony of Jesus Christ” (12:17) and believe in Him.

Out of his hatred for believing Israel, Satan will war against her in the Great Tribulation; under grace, Satan wars against the Church, the Body of Christ. Since almost the beginning of time, Satan and his forces of evil have been in battle against God and His own. Satan turns his guns on us the moment we trust Christ as Savior. Being engaged in this ancient struggle, we are called to endure hardness, as a good soldier of Jesus Christ (2 Tim. 2:3), lead others to Him Who delivers lost souls from the power of darkness (Col. 1:13), “Fight the good fight of faith” (1 Tim. 6:12), and “stand against the wiles of the devil” (Eph. 6:11). We do this, not in our own strength, but by being “strong in the Lord, and in the power of His might” (Eph. 6:10). May we all be strong in the Lord as we take our place in the spiritual battle to bring honor and glory to our Savior.


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¡Malditos sean todos!

La Ley maldice “a todo aquel que no permaneciere en todas… de la ley” (Gálatas 3:10). Las palabras “permaneciere” y “todas” aquí nos dicen que la Ley exige 100% de fidelidad el 100% del tiempo. Aunque esto pueda parecer irrazonable, ¿cuántos de nuestros lectores casados están satisfechos con un 99% de fidelidad por parte de su cónyuge? Incluso si pudieras pasar 70 años sin pecar, entonces pecas, la Ley te maldeciría. Esto también puede parecer irrazonable, pero si pasas 70 años sin matar a nadie, entonces, ¡la ley no te dejará pasar solo porque nunca lo has hecho antes, y Dios tampoco!

“Pero que nadie es justificado por la ley delante de Dios, es evidente” (Gálatas 3:11). La palabra griega para “evidente” aquí se traduce como “cierto” cuando Pablo dice: “nada trajimos a este mundo, y es cierto que nada podemos sacar” (I Tim. 6:7). ¡Nunca verás un remolque de U-Haul detrás de un coche fúnebre! Y es igualmente evidente que nadie puede ser justificado por la Ley. Puede que luzcas bien ante los ojos de tu prójimo, pero estamos hablando de “los ojos de Dios” (Gálatas 3:11). Incluso Abraham quedó bien ante sus vecinos, pero no podía jactarse ante Dios (Rom. 4:2), porque Dios sabía que mintió acerca de su esposa.

No, “el justo por la fe vivirá” (Gálatas 3:11), es decir, la forma en que llegas a ser justo es por la fe. “Y la ley no es por la fe, sino que el hombre que las cumple vivirá por ellas” (Gálatas 3:12), es decir, vivirá eternamente (Levítico 18:5 cf. Lucas 10:25-28). Dios es justo. Si pudieras obedecerlo perfectamente, Él te daría vida eterna. No es técnicamente correcto decir que el único camino al cielo es por la fe. Pero si bien hay dos formas de llegar a la Luna, en cohete y saltando, ¡una de estas dos formas es imposible! De la misma manera, hay dos formas de llegar al cielo, por la fe y por las obras de la Ley (Rom. 2:6-10), ¡pero la última es igualmente imposible! (Gálatas 2:16).

Afortunadamente, “Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición” (Gálatas 3:13). “Para que la bendición de Abraham [la salvación] llegue a los gentiles mediante…”. ¿A través de qué? ¿A través de Israel? ¿Por la circuncisión o por la ley? Esto fue cierto para los gentiles en el Antiguo Testamento. Pero hoy la bendición de Abraham viene sobre nosotros “por medio de Jesucristo”. ¿Por qué no “cree en el Señor Jesucristo y serás salvo” (Hechos 16:31)? Note que no dice “cree y sé bueno”. ¡Simplemente dice cree y sé salvo! “Cristo murió por nuestros pecados… y… resucitó” (I Cor. 15:3,4). No intentes añadir buenas obras a la obra de Cristo, porque la salvación es “para el que no obra, sino que cree”. (Romanos 4:5).


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Berean Searchlight – March 2024


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