Fe, Esperanza y Amor

“Y ahora permanecen la fe, la esperanza, el amor, estos tres, pero el mayor de ellos es el amor” (I Corintios 13:13).

San Pablo había estado discutiendo, en I Cor. 13, algunas de las señales milagrosas que se desvanecerían cuando la revelación de Dios se completara. Pero la fe, la esperanza y el amor, declaró, permanecerían como una evidencia trina del verdadero cristianismo.

Estos tres son todo lo que necesitamos en la presente “dispensación de la gracia de Dios”. Cualquier iglesia donde la fe, la esperanza y el amor se encuentran en abundancia es una iglesia “llena”. Puede tener unos pocos miembros, pero ¿qué mayor bendición podría desear que la fe, la esperanza y el amor en su comunidad?

La fe, la esperanza y el amor son una trinidad a la que a menudo se hace referencia en las epístolas de San Pablo. Cada uno tiene una importancia básica a su manera, y ninguno puede existir sin los otros dos.

La fe es de importancia primordial. “Sin fe es imposible agradar [a Dios]” (Hebreos 11:6), y ¿cómo puede haber esperanza y amor sin fe?

La esperanza ocupa el lugar central entre los tres. La esperanza en la Biblia es más que un deseo; es lo opuesto a la desesperación, una ansiosa anticipación de las bendiciones por venir. La esperanza es la experiencia del cristiano, su vivir con la gloria de la eternidad a la vista.

El amor es la virtud suprema de los tres; es el fruto de la fe y la esperanza, y es mayor en el sentido de que es “el vínculo de la perfección”. Además, el amor es eterno. Algún día, para todo verdadero creyente, “la fe se desvanecerá a la vista; la esperanza se vaciará en deleite” y el amor reinará supremo.

Que Dios nos ayude, en nuestra comunión unos con otros, a evidenciar una medida plena de fe, esperanza y amor.


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Nuestro Destino Manifiesto

“En la esperanza de la vida eterna, que Dios… prometió antes de los tiempos de los siglos” (Tito 1:2).

En la Ley de Moisés, Dios le prometió al pueblo de Israel que podrían “vivir” (Lev. 18:5), vivir eternamente, si guardaban Sus mandamientos. Sabemos que eso es lo que significa Levítico 18:5 porque el Señor Jesús citó ese versículo a un hombre judío que buscaba la vida eterna (Luc. 10:25-28).

Pero Dios nos prometió a los gentiles la vida eterna antes de la Ley, incluso “antes de que el mundo existiera”. Pero a diferencia de la promesa de vida que hizo a los judíos en la Ley, ¡Él no nos reveló Su promesa a los gentiles durante miles de años! Hablando de esa promesa (Tito 1:2), Pablo agregó:

“Pero a su debido tiempo manifestó su palabra por la predicación que me ha sido encomendada…” (Tito 1:3).

Cuando Dios finalmente decidió revelar su promesa de dar vida eterna a los gentiles, la “manifestó” a través de Pablo.

Si no está seguro de lo que significa esa palabra “manifestado”, está bien definida en algo que el Señor dijo sobre cosas que aún no habían sido reveladas sobre el programa profético de Dios para Israel:

“…Nada es secreto, que no haya de ser manifiesto, ni nada oculto, que no haya de saberse…” (Lucas 8:17).

Entonces, hacer algo manifiesto significa dar a conocer algo que estaba secreto u oculto. Eso significa que cuando Pablo dice que Dios “manifestó su palabra mediante la predicación que me ha sido encomendada”, quiso decir que predicó un secreto que había estado escondido pero que ahora se dio a conocer. ¿No suena eso como lo que escribió en Colosenses 1:25,26?

“…He sido hecho ministro, según…el misterio que ha estado oculto desde los siglos y edades, pero que ahora se ha manifestado.”

Pero ahora, esto es lo que pasa con el misterio oculto y secreto que Pablo hizo manifiesto. Implicaba algo más que el hecho de que Dios prometió vida eterna a los gentiles antes de que comenzara el mundo. Involucró lo que Pablo habló en Efesios 3:8,9,

“…a mí…me es dada esta gracia, que yo…haga ver a todos los hombres cuál es la comunión del misterio, que desde el principio del mundo ha estado escondido en Dios.”

Pablo no solo fue llamado a revelar el misterio de que Dios prometió vida eterna a los gentiles antes del comienzo del mundo. Fue llamado a revelar la comunión del misterio, algo que explicó unos versículos antes en ese pasaje cuando dijo:

“…Dios…me dio a conocer el misterio…de que los gentiles sean coherederos y del mismo cuerpo…” (Efesios 3:2-6).

La comunión del misterio es que los gentiles no solo pueden tener vida eterna, sino que pueden ser miembros o iguales* del “mismo cuerpo”, el Cuerpo de Cristo, con los creyentes judíos. Y Pablo fue levantado para hacer manifiesta esta igualdad.

En el siglo XIX, muchos estadounidenses creían que era el “destino manifiesto” de los Estados Unidos que nuestra nación se expandiría por toda América del Norte. Pero en el siglo primero, el apóstol Pablo hizo manifiesto que incluso los gentiles como nosotros estamos destinados a vivir eternamente como herederos iguales a los creyentes judíos en el Cuerpo de Cristo por toda la eternidad. ¡Gloria!

Sabemos que la palabra “prójimo” significa igual porque al hablar de Cristo, Dios Padre lo llamó “el hombre compañero mío” (Zacarías 13:7), y Cristo era el “igual” de Dios (Filipenses 2:6).


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There Must Be Heresies – I Corinthians 11:19

It has been my privilege to serve on different boards in ministries that recognize the distinctiveness of the Dispensation of Grace and the ministry of the Apostle Paul. Another board member once casually remarked what a blessing it had been for several years to enjoy sweet unity free of controversy and divisive doctrines. Then he said, “But we must be vigilant, because it seems like every few years, Satan sends some kind of doctrinal problem that threatens the integrity of our message, and the harmony of our fellowship.”

In most Christian circles, dangerous doctrines seem to regularly arise. Though it may be surprising to many, these instances are actually necessary. The Apostle Paul wrote, “For there must be heresies among you, that they which are approved may be made manifest among you” (I Corinthians 11:19). The word “heresies” means a disunion, sect, or party. This implies a division that separates those in error from those who are maintaining proper doctrine. These divisive heresies often come from unexpected sources. Paul warned the elders at the church at Ephesus: “…also of your own selves shall men arise, speaking perverse things, to draw away disciples after them…” (Acts 20: 30). Therefore, all the leaders were to be vigilant to protect sound doctrine in their assembly. Leaders of local churches must be ones who are “holding fast the faithful word as he hath been taught, that he may be able by sound doctrine both to exhort and to convince the gainsayers” (Titus 1:9). However, every believer has the responsibility to not be “…tossed to and fro with every wind of doctrine, by the sleight of men, and cunning craftiness whereby they lie in wait to deceive…” (Ephesians 4:14). Instead, we must be wise enough to compare what all teachers promote with the Scriptures to see “…whether those things were [or are] so” (Acts 17:11). Historically, many stubbornly persist in doctrinal error out of foolish loyalty to men, and seem to willingly embrace whatever error their leader teaches. However, some can be rescued by sound doctrine when their primary loyalty is to God’s truth. Moreover, those who do stand consistently true and capable in the Word of God are manifest, or “approved,” by sound doctrine and behavior that “adorn the doctrine of God our Savior in all things” (Titus 2:10).

Believer, don’t despair when division over doctrinal issues comes. These heresies must come to expose those in error and distinguish those who are standing for God’s truth.


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"We welcome you, as you journey with us..., to not only learn information, but to benefit from examples of faith and failure, and seek to apply God’s Word to every day life. Together, let’s transition from only studying theories of doctrine, to applying God’s truths in a practical way every day. May God use these studies to help you find daily transformation."

Debe haber herejías – I Corintios 11:19

Ha sido un privilegio para mí servir en diferentes consejos en ministerios que reconocen la Dispensación de la Gracia y el ministerio del Apóstol Pablo. Un miembro de la junta comentó una vez casualmente la bendición que había sido durante varios años disfrutar de una perfecta unión libre de controversia y doctrinas divisivas. Luego dijo: “Pero debemos estar atentos, porque parece que cada pocos años, Satanás envía algún tipo de problema doctrinal que amenaza la integridad de nuestro mensaje, y la armonía de nuestra comunión”.

En la mayoría de los círculos cristianos, parecen surgir regularmente enseñanzas peligrosas. Aunque sorprenda a muchos, esto es realmente necesario. El apóstol Pablo escribió: “Porque es preciso que haya entre ustedes hasta herejías, para que se manifiesten entre ustedes los que son aprobados” (I Corintios 11:19). La palabra “herejía” implica desunión, secta. Implica una división que separa por error a aquellos que mantienen una doctrina apropiada. Estas herejías divisivas a menudo provienen de fuentes inesperadas. Pablo advirtió a los ancianos en la iglesia de Éfeso: “… de entre ustedes mismos se levantarán hombres que hablarán cosas perversas para descarriar a los discípulos tras ellos” (Hechos 20:30). Por lo tanto, todos los líderes deben estar atentos para proteger la sana doctrina en su asamblea. Los líderes de las iglesias locales deben “… retener la palabra fiel conforme a la doctrina para que pueda exhortar con sana enseñanza y también refutar a los que se oponen” (Tito 1:9). Sin embargo, los creyentes tienen la responsabilidad de no ser “… sacudidos a la deriva y llevados a dondequiera por todo viento de doctrina por estratagema de hombres que, para engañar, emplean con astucia las artimañas del error…” (Efesios 4:14). En cambio, debemos ser lo suficientemente sabios como para comparar lo que todos los maestros promueven con las Escrituras para ver “… si esas cosas eran así” (Hechos 17:11). Históricamente, muchos persisten en el error doctrinal por lealtad hacia los hombres, y parecen aceptar cualquier error que su líder enseñe. Sin embargo, algunos pueden ser rescatados por la sana doctrina cuando su lealtad primaria es a la verdad de Dios. Además, aquellos que permanecen consistentemente fieles y capaces en la Palabra de Dios son manifiestos, o “aprobados”, por una sana doctrina y conducta, para que “adornen la doctrina de Dios nuestro Salvador” (Tito 2:10).

Creyente, no te desesperes cuando venga la división por temas doctrinales. Estas herejías deben venir a exponer a los que están errados y distinguir a aquellos que defienden la verdad de Dios.


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Men and Women’s Hair – I Corinthians 11:2-15

Several months ago, our oldest grandson got a pair of scissors and really butchered his hair. His mother was particularly unhappy with him because they were leaving in a few days to see family who live a great distance away. The only way to make his hair look remotely presentable was to basically buzz it all off. Sound familiar?

It might be surprising, but God’s Word has a great deal to say about the hair of men and women. In the context of proper worship within the assembly at Corinth, Paul told the women that there were at least five reasons why they should wear long hair. First, doing so is a demonstration of godly submission to the headship of God and the man who is the head in her home (I Corinthians 11:5). To do otherwise is an expression of rebellion that “dishonoureth her head.” Second, it was “a shame” for a woman to be “shorn [hair cut short] or shaven” (vs. 6). It is believed that prostitutes in the temples of idols wore extremely short hair; so wearing short hair had this evil association. It was also seen as a form of public shame or mourning, as when non-Jewish women were taken captive. Before marrying a Jewish man, she had to “shave her head” and bewail her parents for one month (Deuteronomy 21:10-12). Therefore, Paul said, “…let her be covered” (vs. 6). Third, “…the woman is the glory of the man” (vs. 7). This simply acknowledges the inherent beauty of a woman, making her the ornament, jewel, or honor of her man. Longer hair magnifies that feminine beauty. Fourth, “For this cause ought the woman to have power on her head because of the angels” (vs. 10). Whether these “angels” were human messengers to the church or holy angels observing the conduct of women seeking to honor the Lord, longer hair was considered a proper example. Fifth, Paul teaches that “even nature itself teach [es] you…if a woman have long hair, it is a glory to her…[as a] covering” (vss. 14-15). Conversely, men are not to have long hair because nature teaches it is a “shame” for men to wear long hair (vs. 14), and doing so dishonors their ultimate head: God.

Before the Lord, there is certainly great liberty in acceptable hairstyles and length. However, a woman’s hair should always be long enough to be distinctive from a man and a man’s hair short enough to be clearly distinctive from a woman. Is this your standard?


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El cabello en el hombre y en la mujer – I Corintios 11:2-15

Hace varios meses, nuestro nieto mayor consiguió unas tijeras y, literalmente, destruyó su cabello. Su madre estaba particularmente descontenta con él porque en unos días iban a ver a un familiar que vivía a gran distancia. La única manera de hacer que su cabello se viera remotamente presentable era, básicamente, cortarlo todo. ¿Te suena esto familiar?

Puede ser sorprendente, pero la Palabra de Dios tiene mucho que decir sobre el cabello de hombres y mujeres. En el contexto de una adoración apropiada dentro de la asamblea en Corinto, Pablo les dijo a las mujeres que había por lo menos cinco razones por las cuales debían usar el cabello largo. Primero, porque es una demostración de sumisión piadosa a la autoridad de Dios y al hombre que es la cabeza del hogar (I Corintios 11: 5). Hacer lo contrario es una expresión de rebelión que “afrenta su cabeza”. En segundo lugar, era “vergonzoso” que una mujer estuviera “rapada” (vs. 6). Se cree que las prostitutas en los templos de los ídolos usaban cabello extremadamente corto; así que usar el cabello corto tenía esa mala asociación. También fue visto como una forma de vergüenza pública o de luto, como cuando las mujeres no judías fueron tomadas cautivas. Antes de casarse con un hombre judío, tuvieron que “rapar su cabeza” y llorar a sus padres durante un mes (Deuteronomio 21: 10-12). Por lo tanto, Pablo dijo, “… déjala estar cubierta” (vs.6). Tercero, “… la mujer es la gloria del hombre” (vs.7). Esto simplemente reconoce la belleza inherente de una mujer, convirtiéndola en el ornamento, la joya o el honor de su hombre. Un cabello más largo magnifica esa belleza femenina. En cuarto lugar, “Por esta causa, la mujer debe tener poder sobre la cabeza a causa de los ángeles” (v. 10). Ya sea que estos “ángeles” fueran mensajeros humanos de la iglesia o que los santos ángeles observaran la conducta de las mujeres que buscaban honrar al Señor, el cabello más largo se consideraba un ejemplo apropiado. Quinto, Pablo enseña que “enseña la naturaleza misma que … a la mujer le es honroso dejarse crecer el cabello… en lugar de velo” (vss. 14-15). Por el contrario, los hombres no deben tener el cabello largo porque la naturaleza les enseña que es una “vergüenza” que los hombres usen cabello largo (vs. 14), y al hacerlo deshonran su cabeza final: Dios.

Ante el Señor, hay una gran libertad en los peinados y la longitud aceptables. Pero, el cabello de una mujer siempre debe ser lo suficientemente largo como para distinguirla de un hombre y el cabello de un hombre lo suficientemente corto como para ser claramente distinto al de una mujer. ¿Es este tu estándar?


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Praying at Mealtime – I Corinthians 10:30

My wife and I were blessed to attend a large Christian university in preparation for our life’s work. There was required attendance at evening meals in a huge dining common that seated 3000 people who ate at tables family style. Ministerial students took turns leading the entire group in giving thanks prior to eating. It was a neat experience to have so many pausing in prayer before meals. I often thought, wouldn’t the world be a better place if everyone likewise paused in thanksgiving? This should be a regular practice for all who know Christ as Savior, and doing so can even be a good testimony.

In the days when the final books were being written to complete our Bible, there was a big controversy about Christians buying and eating cheaper meats that had been offered, in part, to idols. In I Corinthians Chapter 10, the Apostle Paul made a statement we could easily miss: “…why am I evil spoken of for that for which I give thanks” (vs. 30)? In other words, Paul is saying it was his practice to stop and give God thanks for everything he ate. Regardless of how hard we may work to put food on our tables and a roof over our head; ultimately all we have is a provision from the Lord. “Every good gift and every perfect gift is from above, and cometh down from the Father of lights, with whom is no variableness, neither shadow of turning” (James 1:17). This means that our jobs are a blessed provision from the Lord, as is being healthy enough to work, and that makes anything we eat a provision from the Lord, for which we should always pause to give thanks. We would, or at least should, express our thanks to someone who graciously invites us into their home for a meal or helps provide food in our home during a time of need. Likewise, but even more so, we should willingly and sincerely give God thanks for the food He provides for us each day. The Apostle Paul confirms this principle again when he writes, “For every creature of God is good [for food], and nothing to be refused, if it be received with thanksgiving: For it is sanctified [meaning set apart for a holy purpose] by the word of God and prayer” (I Timothy 4:4-5).

Whether in private or in public, we encourage you to pause before every meal to give God thanks for His loving provision.


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Dar gracias por los alimentos – I Corintios 10:30

Mi esposa y yo tuvimos la bendición de asistir a una gran universidad cristiana preparándonos para nuestra labor en la vida. Se requería asistir a una enorme cena común que sentaba a 3000 personas, que comían en mesas al estilo de una familia. Los estudiantes ministeriales se turnaban para pasar por todo el grupo para dar las gracias antes de comer. Fue una experiencia genial tener tantas pausas en la oración antes de las comidas. A menudo pensaba, ¿No sería el mundo un lugar mejor si todos hicieran una pausa para dar gracias? Esta debe ser una práctica regular para todos los que conocen a Cristo como Salvador, y hacerlo, puede incluso ser un buen testimonio.

En los días en que se escribieron los últimos libros de nuestra Biblia, hubo una gran controversia acerca de que los cristianos compraran y comieran carnes más baratas que las que se ofrecían a los ídolos. En el capítulo 10 de 1 Corintios, el apóstol Pablo hizo una declaración que fácilmente podríamos perder: “… ¿por qué he de ser calumniado por causa de aquello por lo cual doy gracias?” (vs. 30) En otras palabras, Pablo dice que era su práctica detenerse y dar gracias a Dios por todo lo que comería. Independientemente de lo duro que trabajemos para poner comida en nuestras mesas y un techo sobre nuestra cabeza; finalmente, todo lo que tenemos es una provisión del Señor. “Toda buena dádiva y todo don perfecto proviene de lo alto y desciende del Padre de las luces en quien no hay cambio ni sombra de variación” (Santiago 1:17). Esto significa que nuestros trabajos son una provisión bendita del Señor, que es lo suficientemente sano para trabajar, y que todo lo que comemos es una provisión del Señor, por lo cual, siempre debemos hacer una pausa para dar gracias. Debemos expresar nuestro agradecimiento a alguien que gentilmente nos invita a su casa a comer o ayuda a proporcionar alimentos en nuestro hogar en un momento de necesidad. Del mismo modo, pero aún más, debemos agradecer de buena gana a Dios por la comida que Él nos provee todos los días. El apóstol Pablo confirma nuevamente este principio cuando escribe: “Porque todo lo que Dios ha creado es bueno, y no hay que rechazar nada cuando es recibido con acción de gracias 5 pues es santificado por medio de la palabra de Dios y de la oración” (I Timoteo 4:4-5).

Ya sea en privado o en público, te alentamos a que te detengas antes de cada comida para agradecer a Dios por su amorosa provisión.


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¿Jesús citó los apócrifos?

“Un amigo mío dijo que Jesús citó de un libro apócrifo (Eclesiástico 37:2). ¿Cómo respondo a su insistencia de que esto significa que los apócrifos pertenecen a la Biblia?”.

En su carta no menciona dónde se supone que el Señor citó este versículo, pero no importa. Incluso si lo hiciera, eso no probaría que Dios quería que ese libro fuera incluido en el canon de las Escrituras. La Biblia menciona muchos libros que no están incluidos en la Palabra de Dios.

Por ejemplo, en el Antiguo Testamento menciona “el libro de las batallas del Señor” (Núm. 21:14). En el Nuevo Testamento, Pablo habla de una epístola que escribió antes del Libro de 1 Corintios (5:9). Y hay muchos otros ejemplos de esto (Josué 10:13; 2 Crónicas 9:29; 12:15; 13:22; 1 Reyes 11:41; Col 4:16; Judas 1:14; etc.) .

La conclusión es que si Dios quisiera que esos libros estuvieran incluidos en Su Libro, estarían en Su Libro. El hecho de que no lo sean indica que pueden haber contenido información fidedigna y citable, pero no fueron “inspirados por Dios” como lo es “toda la Escritura” (2 Timoteo 3:16).


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