Una conciencia débil – I Corintios 8:4-13

Mi padre tenía un buen amigo y vecino, llamado Clarence, con quien creció. La amistad era tan fuerte que este hombre fue el padrino de bodas de mi madre y mi padre. Clarence daba testimonio de conocer a Cristo como su Salvador por su conducta piadosa y su participación constante en la iglesia. Durante décadas después de que mis padres se casaron, Clarence y su familia visitaron nuestra casa, pero luego abruptamente dejaron de hacerlo. El factor decisivo fue que nuestros padres jugaran frecuentemente un inofensivo juego de cartas cuando recibían invitados. A pesar de no haber un versículo claro que corroborara su posición, Clarence creía que jugar cualquier tipo de cartas era pecaminoso, por lo cual se apartó de mis padres.

Los cristianos siempre deben tener referencias concretas de la Biblia Paulina para probar cualquier norma que pretendan defender. Sin esto como nuestra base, cualquiera puede considerar, en su propia mente, que prácticamente cualquier cosa es pecaminosa, es decir, usar pantalones de mezclilla, comer productos con azúcar, teñirse el pelo gris o incluso tener un automóvil. Para evitar conclusiones tontas y prácticas legalistas, debemos vivir tratando de basarnos principalmente de las epístolas del apóstol Pablo. Pero más allá de esto, es importante que nosotros, que comprendemos las libertades de vivir bajo la gracia, no seamos duros en lo que nos permitimos a nosotros mismos. El apóstol Pablo habla de esto en I Corintios 8: 4-13. El problema específico era que algunos creyentes notaban que los ídolos eran solo objetos inanimados y compraban y comían carne más barata que la que les ofrecían a los ídolos. Pablo amonestó: “Pero miren que esta su libertad no sea tropezadero para los débiles … Así, por el conocimiento tuyo se perderá el débil, un hermano por quien Cristo murió” (vss.9, 11). La palabra “perder” aquí significa estropear o destruir. Pablo ciertamente no se está refiriendo a un “hermano” cristiano que pierde su salvación o sufre el castigo eterno. Pablo dice que está mal insistir obstinadamente en usar la libertad de uno para practicar cosas que ofenden a otros creyentes. Es mucho mejor abstenerse en su presencia o renunciar por completo a la libertad. Nuestro impacto en otros creyentes es tan importante que Pablo dice con firmeza: “Pecando contra los hermanos e hiriendo sus débiles conciencias, contra Cristo están pecando” (vs. 12).

Los cristianos sinceros necesitan reevaluar opciones, como el consumo de alcohol, estilo de vestir, y lugares a que asisten. Si la práctica es cuestionable, especialmente si se aborda en las epístolas de Pablo, elige evitarla (vs.13).

Loving God – I Corinthians 8:3

Many people have silly standards by which they decide whether someone loves them. As children, many of us plucked petals from a flower saying, “He loves me, he loves me not” and hoped for the right answer. Cher once sang a song saying, “How will I know if he really loves me…” concluding “…it’s in his kiss.” But how do we Christians determine love? We know that God loves us because “…while we were yet sinners, Christ died for us” (Romans 5:8). But what about whether or not we truly love the Lord? I Corinthians 8:3 says, “But if any man [or woman] love God; the same is know of Him.” But how would we, or others, know if we really love the Lord?

Let’s begin by realizing that God greatly desires that we freely give Him our love. He instructed Israel: “…what doth the Lord thy God require of thee, but to…love Him…” even to “…love the Lord your God with all your heart and with all your soul” (Deuteronomy 10:12; 13:3). Dozens of passages in the Old Testament repeat this command. Then the Savior quotes these verses, calling this “the great [or greatest] commandment” (Matthew 22:37-38). God’s desire is the same for us in the Dispensation of Grace. The Apostle Paul encouraged the saints to grow in their love for the Lord saying, “Grace be with all them that love our Lord Jesus Christ in sincerity…” (Ephesians 6:24). We don’t have to rely on the standards of the world, or fickle emotions, to know if we really love our Lord. The Savior told His apostles: “If ye love Me, keep My commandments” (John 14:15). Love always demonstrates itself! One’s love for the Lord is demonstrated through willing obedience to the will of God. David said, “Ye that love the Lord, hate evil…” (Psalm 97:10). Loving Him means hating what He hates. Paul implies two standards for those who truly love the Lord. We will seek to edify other believers rather than acting puffed up against them. And we will be careful not to become a “stumbling block to them that are weak” (I Corinthians 8:1-13). In other words, if we really love the Lord, it will manifest itself in our demonstration of love for other Christians.

Pause for a moment to ask yourself: “Is it known of me that I truly love the Lord?” Let that question motivate you today to zealously love your Savior and demonstrate love to others who also know His salvation.


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Amar a dios – I Corintios 8:3

Muchas personas tienen tontos estándares para saber si alguien los ama. Cuando eramos niños, muchos de nosotros arrancábamos pétalos diciendo: “Él me ama, él no me ama” y esperábamos la respuesta correcta. Cher una vez cantó una canción que decía: “¿Como saber si él realmente me ama……?”, y concluía diciendo “… por sus besos”. ¿Pero cómo determinamos los cristianos el amor? Sabemos que Dios nos ama porque “… siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros” (Romanos 5: 8). Pero ¿y como sabemos si realmente amamos al Señor? I Corintios 8:3 nos dice, “Pero si alguien ama a Dios, tal persona es conocida por él”. Pero, ¿cómo podríamos nosotros saber si realmente amamos al Señor?

Comencemos por darnos cuenta de que Dios desea en gran medida que le demos libremente nuestro amor. Él instruyó a Israel: “… ¿Qué pide el Señor tu Dios de ti? … ama y sirve al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma” (Deuteronomio 10:12; 13:3). Docenas de pasajes en el Antiguo Testamento repiten este mandato. Entonces el Salvador cita estos versículos, llamando a esto “el grande y el primer mandamiento” (Mateo 22: 37-38). El deseo de Dios es el mismo para nosotros en la Dispensación de la Gracia. El apóstol Pablo animó a los santos a crecer en su amor por el Señor diciendo: “La gracia sea con todos los que aman a nuestro Señor Jesucristo con amor incorruptible” (Efesios 6:24). No tenemos que depender de los estándares del mundo o de las emociones inconstantes para saber si realmente amamos a nuestro Señor. El Salvador les dijo a Sus apóstoles: “Si me aman, guardarán mis mandamientos” (Juan 14:15). ¡El amor siempre se demuestra! Nuestro amor por el Señor se demuestra mediante la obediencia a la voluntad de Dios. David dijo: “Los que aman al Señor, aborrezcan el mal …” (Salmo 97:10). Amarlo significa odiar lo que Él odia. Pablo implica dos estándares para aquellos que realmente aman al Señor. Buscaremos edificar a otros creyentes en lugar de actuar envanecidos contra ellos. Y tendremos cuidado de no convertirnos en un “tropezadero para los débiles” (I Corintios 8:1-13). En otras palabras, si realmente amamos al Señor, esto se manifestará en nuestra demostración de amor por otros cristianos.

Por un momento toma una pausa para preguntarte: “¿Saben todos que realmente amo al Señor?” Deja que esa pregunta te motive hoy a amar celosamente a tu Salvador y demostrar amor a otros que también conocen Su salvación.

Dos madres ansiosas

Hace algún tiempo, en Chicago, un pequeño bebé fue secuestrado de los brazos de su madre en una habitación de hospital, mientras que otra madre dejó a su bebé en una caja de cartón encima de un bote de basura.

Tenemos la sensación de que, con toda probabilidad, la mujer que abandonó a su bebé, y probablemente era una mujer, estaba tan fuera de sí como la que le robó el bebé de los brazos.

Una Enfermera Registrada nos dijo hace algún tiempo que la proporción de madres que no quieren a sus bebés se está volviendo alarmante. No creemos que estas mujeres no querrían a sus bebés en circunstancias normales. ¡Todo el mundo ama a un bebé! Pero en tales casos el pecado ha entrado para traer problemas, vergüenza y miseria. Algunas de estas madres no están casadas y han sido deshonradas; otras están separadas o divorciadas de sus esposos o tendrían que traer a sus bebés a casa para nada más que peleas y problemas. Otros más han transmitido enfermedades a sus bebés y desearían no haber nacido nunca.

Así es como el pecado destruye vidas y hogares, pero es maravilloso saber que “Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores”, como leemos en I Tim. 1:15. ¿Cómo salva Él a los pecadores? Primero, Él llevó la pena del pecado por nosotros: “Cristo murió por nuestros pecados” (I Cor. 15:3). Pero Él también nos salvará del control del pecado, si se lo permitimos. Rom. 6:14 dice a los creyentes en Cristo: “Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros, pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia”, y millones han probado que esto es cierto.

La salvación es más que un término religioso, o un sentimiento, es la liberación real de la pena y el poder del pecado, a través de la obra redentora de Cristo en el Calvario, donde Él “quitó el pecado por el sacrificio de sí mismo” por todos, que sencilla, pero sinceramente, confían en Él como Señor y Salvador.

Puffed Up Believers? – I Corinthians 8:1

During a Sunday morning service, we had a dear saint stand and do something that made us cringe. Unfortunately, while expressing thanks for the preciousness of rightly dividing the Word of God, he compared us to a denomination, saying how foolish and incorrect they were in interpreting God’s Word. We’ve seen wild Tom Turkeys all puffed up, spreading their feathers and strutting their stuff to impress the ladies around them. Sadly, this was the impression our Christian friend was leaving with those who were visiting from the denomination he was ridiculing.

The knowledge that God has placed divisions in His Word is, indeed, precious. It helps us better understand truth in Scripture and dissolves what otherwise would seem to be contradictions. But there are two dangers we should be keenly aware of and avoid. The first is to search only for “knowledge” when we read God’s Word. Please don’t misunderstand what we are trying to say. The knowledge of sound doctrine, or information, from God’s Word is essential. Paul told the saints at Corinth that when he ministered to them: “…what shall I profit you, except I speak to you…by knowledge… or by doctrine” (I Corinthians 14:6). He encouraged believers to “…give attendance…to doctrine (I Timothy 4:13), to be “…nourished up in…good doctrine” (I Timothy 4:6) and to become skilled in sound doctrine (Titus 1:9; 2:1). But the trap that many fall into is thinking that information is all they should be looking for when studying God’s Word. When this happens, it only leaves us “puffed up” with pride. Our study will then, in effect, leave us worse off in pride and less pleasing to the Lord. The second trap is failing to look for application to change our lives. Paul told the saints in Romans 6:17: “But God be thanked…ye have obeyed from the heart that form of doctrine which was delivered unto you.” God is not impressed with how much we know, unless it shows itself in a transformed life of greater godliness. Therefore, after every time in the Scripture, we should always be able to answer the question: “So what difference does God want this information to make in my life today?” This is the most essential aspect of every Bible study. Demand of yourself, and anyone who teaches God’s Word, that this kind of application is being made.

Let’s not be puffed up over how much doctrine we know. Let’s be transformed into lives of greater godliness!


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¿Creyentes vanidosos? – I Corintios 8:1

Durante el servicio del domingo por la mañana, celebramos un santo encuentro en el que sucedió algo que nos hizo encogernos. Desafortunadamente, mientras expresaba agradecimiento por la perfección de la división de la Palabra de Dios, el orador hablo de nuestra denominación, diciendo cuán tonta e incorrecta era nuestra interpretación de la Palabra de Dios. Parecía un orgulloso pavo real esponjado, extendiendo sus plumas y pavoneándose para impresionar a las féminas que lo rodeaban. Tristemente, esta fue la impresión que nuestro amigo cristiano dejó en aquellos de la denominación que estaba de visita, y a la cual él estaba ridiculizando.

El conocimiento de las divisiones que Dios ha colocado en Su Palabra es, de hecho, precioso. Nos ayuda a comprender mejor la verdad de las Escrituras y disuelve lo que de otro modo parecerían ser contradicciones. Pero hay dos peligros de los que debemos ser muy conscientes y evitar. El primero es buscar solo “conocimiento” cuando leemos la Palabra de Dios. Por favor no malinterpretes lo que estamos tratando de decir. El conocimiento de la sana doctrina, o información de la Palabra de Dios es esencial. Pablo les dijo a los santos en Corinto cuando él les ministraba: “… ¿de qué provecho les sería, si no les hablara con revelación, o con conocimiento, o con profecía, o con enseñanza?” (I Corintios 14: 6). Animó a los creyentes a “… ocuparse … de La enseñanza (I Timoteo 4:13)” … nutridos de … la buena doctrina” (I Timoteo 4:6) y capacitarse en sana doctrina (Tito 1: 9; 2: 1). Pero la trampa en la que muchos caen es pensar que la información es todo lo que deberían buscar al estudiar la Palabra de Dios. Cuando esto sucede, solo somos “vanidosos” y llenos de orgullo. Nuestro estudio entonces, en efecto, nos dejará en peor situación y menos agradables para el Señor. La segunda trampa es no buscar aplicarla para cambiar nuestras vidas. Pablo les dijo a los santos en Romanos 6:17: “Pero gracias a Dios … han obedecido de corazón a aquella forma de enseñanza a la cual se han entregado”. Dios no está impresionado con cuanto sabemos, a menos que se demuestre mediante una vida más piadosa. Por lo tanto, después de cada vez que leemos las Escrituras, siempre debemos ser capaces de responder la pregunta: “¿Qué diferencia quiere Dios que haga esta información hoy en mi vida?” Este es lo más importante de cada estudio de la Biblia. Exígete a ti mismo, y a cualquiera que enseñe la Palabra de Dios, aplicar esto. No nos envanezcamos por la cantidad de enseñanzas que conocemos. ¡Transformemos nuestra vida para que sea más piadosa!

What Does Matthew Mean by “Many Are Called, but Few Are Chosen”?

“What does it mean that “many are called, but few are chosen” (Matt. 22:14)?

The parable in the context pictures how God always planned to marry His Son to Israel (v. 2 cf. Rev. 19:7-9). The “servants” (v. 3) sent to call Israel represent John the Baptist, the twelve apostles, and the Lord Himself (cf. Isa. 42:1). The animals that were killed (v. 4) were a type of Christ’s sacrifice. People with “merchandise” (v. 5) were unbelievers, for believers sold “all” their merchandise at Pentecost (Luke 18:22 cf. Acts 2:45). Verse 6 speaks of Stephen and others who’ll be martyred in the Tribulation. Verse 7 depicts Christ’s fiery second coming (2 Thes. 1:7,8), where He’ll judge “unworthy” unsaved Jews (v. 8 cf. Acts 13:46).

God postponed that judgment with the dispensation of the mystery, but will send Israel more preachers in the Tribulation (v. 9). The millennial kingdom will have “good and bad” people (v. 10), i.e., saved and unsaved. After the millennium, the ones not clothed in God’s righteousness (vv. 11,12 cf. Isa. 61:10) will be cast into the “outer
darkness” (v. 13) of the lake of fire.

So the “many” who were called (v. 14) were the “many” in Israel for whom Christ came to die (Matt. 20:28). But we know only the “few” Jews in the Lord’s “little flock” (Luke 12:32) were chosen. They were chosen when they believed on God’s chosen (Matt. 12:18) and became chosen in Him, just as we are (Eph. 1:4).

To the Reader:

Some of our Two Minutes articles were written many years ago by Pastor C. R. Stam for publication in newspapers. When many of these articles were later compiled in book form, Pastor Stam wrote this word of explanation in the Preface:

"It should be borne in mind that the newspaper column, Two Minutes With the Bible, has now been published for many years, so that local, national and international events are discussed as if they occurred only recently. Rather than rewrite or date such articles, we have left them just as they were when first published. This, we felt, would add to the interest, especially since our readers understand that they first appeared as newspaper articles."

To this we would add that the same is true for the articles written by others that we continue to add, on a regular basis, to the Two Minutes library. We hope that you'll agree that while some of the references in these articles are dated, the spiritual truths taught therein are timeless.


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Oración verdadera

Supongamos que acabo de tener el gozo de conducir un alma a Cristo. Era una criatura impía y malvada hasta hace poco, pero ahora, de repente, se ha producido una gran transformación en su vida. Está abrumado por el gozo de los pecados perdonados. Sin embargo, algunas cosas todavía le preocupan.

Mientras está allí, tocado por el amor de Cristo, dice: “No me parezco mucho a un cristiano. Mira mi ropa. Y debo conseguir un trabajo y trabajar como lo hacen otras personas. Además, he sido un malvado blasfemo. Maldecir parece ser parte de mi naturaleza. No sé cómo lo detendré”.

Sugiero que oremos al respecto, pero él dice que nunca ha orado en su vida y no sabe cómo, así que le enseño. Le digo lo simple que es la oración: que simplemente debe hablar con Dios y decir: “Señor, necesito una ropa decente y un trabajo, y oh, por favor, ayúdame a dejar de maldecir. Lo pido en el nombre del Señor Jesucristo”.

Nos levantamos de la oración, y del sentimiento por el hombre, yo mismo le consigo un traje y un trabajo y sigue su camino gozoso.

Ahora supongamos que regreso diez años después y encuentro que él está felizmente casado, tiene tres hijos y vive una vida cristiana consistente. Sin embargo, al llamar a su casa me doy cuenta de que uno de sus hijos está gravemente enfermo. Nos arrodillamos para orar por el niño y él comienza: “Señor, necesito un traje decente y un trabajo, y oh, por favor ayúdame a dejar de maldecir”.

¡Ridículo! tu dices. Ningún hombre sería tan tonto. Sí, ciertamente ridículo, sin embargo, muchas personas simplemente repiten oraciones de la misma manera. El llamado “Padre nuestro” es, por supuesto, una oración perfecta, pero es significativo que al dar esta misma oración, nuestro Señor advirtió a Sus discípulos: “Cuando oréis, no uséis vanas repeticiones como hacen los gentiles… No seáis …como ellos… Vosotros, pues, oraréis así…” (Mat. 6:7-9). Sin embargo, esta misma oración se repite palabra por palabra en funerales y bodas, en tormentas en el mar, antes de las comidas y en los servicios de la iglesia, prácticamente en cualquier ocasión, ya sea que se aplique o no.

Gracias a Dios por aquellos que conocen a Dios a través del Señor Jesucristo y pueden verdaderamente entrar en Su presencia en oración “para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro” (Hebreos 4:16).

Sellado con el Espíritu

“En quien también vosotros confiásteis, después que oísteis la Palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación; en quien también, después que creísteis, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa” (Efesios 1:13).

La mayoría de los comentarios cuidadosos de la Biblia aclaran que las palabras “después de eso”, en el pasaje anterior, en realidad tienen un resultado inmediato a la vista. Al oír (o prestar atención) creímos, y al creer fuimos sellados con el Espíritu.

Lo que quizás sea aún más importante de notar, es el hecho de que al creer en “el evangelio de… la salvación”, somos “sellados con” el “Espíritu Santo”, no “por” el Espíritu. Hay una diferencia entre los dos, que se puede ilustrar simplemente.

Aquí hay un ama de casa, digamos, que está “poniendo” mermelada o conservas y sellando cada frasco con cera. Ahora, las tinajas están siendo selladas por la mujer, pero ella las está sellando con cera. Así, el Espíritu Santo no sólo hace que los creyentes sean sellados y asegurados. Más bien, Él mismo es el Sello que nos mantiene eternamente seguros como hijos amados de Dios. Somos sellados, no “por el Espíritu”, sino “con el Espíritu”, ¡el Espíritu mismo es el Sello!

Es realmente maravilloso saber que ante el tribunal de Dios, el más simple de los creyentes en Cristo ha sido plenamente justificado (Hechos 13:38,39). Pero esto es una acción judicial, una cuestión de derecho y de justicia. Además de esto, el Espíritu, que primero convenció al pecador, ahora le da vida, vida eterna. Por eso Rom. 8:2 nos dice que “la ley del Espíritu, [la] de vida en Cristo Jesús, me ha librado de la ley del pecado y de la muerte”. ¡Gracias a Dios por el Espíritu, que convence, regenera y sella a todo creyente en Cristo!