Un centinela para Israel y el Apóstol de la gracia

by Pastor Cornelius R. Stam

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“…Te he puesto por atalaya en la casa de Israel; por tanto, oirás la palabra de Mi boca, y los amonestarás de Mi parte” (Ezequiel 33:7).

El profeta Ezequiel fue designado por Dios como “guardián” sobre la casa de Israel. Se le consideró responsable de advertir a los impíos de su camino, porque aunque Dios debe tratar con justicia el pecado, había declarado: “No tengo placer en la muerte del impío; pero que el impío se convierta de su camino, y viva” (Versículo 11).

Si Ezequiel fallaba en advertir a los impíos, morirían en sus pecados, pero su sangre sería requerida de su mano. Sin embargo, si les advirtiera fielmente y ellos rehusaran prestar atención a la advertencia, morirían en sus pecados, pero él sería absuelto de toda responsabilidad (ver versículos 8 y 9).

¿Algún lector cristiano nos recordaría que estamos viviendo bajo otra dispensación y que nuestro mensaje es uno de gracia? Es cierto, pero esto no disminuye, aumenta nuestra responsabilidad hacia los perdidos.

“Porque si la trompeta diere sonido incierto, ¿quién se preparará para la batalla?” (1 Corintios 14:8).

Si los creyentes descuidadamente permitimos que los perdidos vayan a tumbas sin Cristo, ¿no somos moralmente responsables de su perdición? ¿No seremos responsables en el Tribunal de Cristo? (Ver II Corintios 5:10,11). Por eso encontramos a Pablo recordando a los ancianos de Éfeso que no había cesado de “advertir” a los hombres “día y noche con lágrimas” (Hechos 20:31).

Cuando el apóstol recordó su ministerio entre los efesios, pudo decir: “Hoy os tomo constancia de que soy puro de la sangre de todos los hombres” (versículo 26). Y esto había sido así de su ministerio en general. De hecho, ahora deseaba que, cualquiera que fuera el costo, “acabara con gozo su carrera y el ministerio que había recibido del Señor Jesús, para dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios” (versículo 24).

¡Que Ezequiel y el apóstol Pablo, ese gran guerrero por la gracia de nuestro Señor Jesucristo, sean memoriales para nosotros, de nuestra gran responsabilidad hacia los perdidos!