Poder perfeccionado en la debilidad

by Pastor Cornelius R. Stam

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A Pablo se le encomendó la mayor revelación de todos los tiempos. Fue comisionado divinamente para proclamar la gloriosa suficiencia total de la obra redentora de Cristo, la oferta de salvación de Dios por gracia gratuita para todos los que confían en Cristo y en su posición, bendiciones y perspectivas celestiales.

Para que no se envaneciera por la gloria de estas grandes verdades, Dios le dio lo que él llama “un aguijón en la carne”, una enfermedad física agravante de algún tipo. “Por esto”, dice, “tres veces [tres ocasiones] rogué al Señor que se apartara de mí” (II Corintios 12:8). Pero el Señor sabía por mucho lo que era mejor para Pablo:

“Y me dijo: Bástate mi gracia; porque Mi poder se perfecciona en la debilidad” (Ver.9).

¡Qué razón tenía Dios! Todo cristiano sabe que con la salud rebosante y la “buena fortuna” viene la tendencia a olvidar nuestra necesidad de Él, mientras que la enfermedad nos hace inclinarnos más y orar más y ahí es donde reside nuestro poder espiritual. Todo creyente debe reconocer esto y decir con Pablo:

“Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo. Por eso me complazco en las debilidades… porque cuando soy débil, entonces soy fuerte” (II Cor.12:9,10).

Las enfermedades de la carne son comunes incluso a los santos más selectos de Dios. Qué satisfacción hay, entonces, en sólo creer en la Palabra de Dios: “Te basta mi gracia, porque mi fuerza se perfecciona en la debilidad”.


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