En 1660, Robert Boyle predijo “la cura de enfermedades a distancia o al menos mediante trasplante”.1 En 1865, Julio Verne predijo el alunizaje en su libro De la Tierra a la Luna. Incluso predijo que se lanzaría un cohete desde Florida, la ingravidez en el espacio y la cantidad de astronautas a bordo. 1 Si bien estas predicciones son asombrosas, las mayores predicciones del mundo se registran en la Biblia. En el Antiguo Testamento, hay cientos de predicciones que literalmente se hicieron realidad.
En Hechos, capítulo 1, tenemos el ejemplo de una predicción divina que se cumplió, tal como Dios prometió. “se levantó Pedro en medio de los hermanos, … y dijo: “Hermanos, era necesario que se cumplieran las Escrituras, en las cuales el Espíritu Santo habló de antemano por boca de David acerca de Judas, … porque era contado con nosotros…Este, pues, adquirió un campo con el pago de su iniquidad, y cayendo de cabeza, se reventó por en medio, y todas sus entrañas se derramaron…” (Hechos 1:18) Pedro se estaba refiriendo al Salmo 41: 9, que dice: “Aun mi amigo íntimo, en quien yo confiaba y quien comía de mi pan, ha levantado contra mí el talón”. El Salvador se refirió a este pasaje en Juan 13:18, donde especificó que eligió a uno para estar cerca de él, que lo traicionaría, “para que se cumpla la Escritura”. No debemos concluir que el Señor Jesús obligó a Judas a traicionarlo. Dios nunca comanda el libre albedrío de ningún hombre, mujer o niño. En cambio, Dios quiere que comprendamos que, en Su poder omnipotente y omnisciente, Él conoce todas las cosas incluso antes de que sucedan. Por lo tanto, Él puede predecir en las Escrituras todo en detalle, y Sus palabras siempre se cumplirán. Isaías 46: 9-10 lo dice de esta manera: “… porque yo soy Dios, y no hay otro. Yo soy Dios, y no hay nadie semejante a mí. Yo anuncio lo porvenir desde el principio, y desde la antigüedad lo que aún no ha sido hecho. Digo: ‘Mi plan se realizará …”
Estas palabras fueron pensadas para ser un consuelo para los desanimados creyentes judíos de Cristo que anticiparon un establecimiento inmediato y victorioso del Reino Milenial. Podrían descansar en la verdad de que Dios tenía el control y cumpliría toda promesa que el Salvador les hiciera. Hoy también podemos descansar confiadamente en cada promesa que Él nos da, el Cuerpo de Cristo.