Arrepentimiento y salvación

by Pastor Ricky Kurth

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“¿Qué tienen que ver la tristeza y el arrepentimiento con la salvación, y por qué alguien se arrepentiría de ser salvo? (II Corintios 7:10)”.

“Porque la tristeza que es según Dios produce arrepentimiento para salvación, de la cual no hay que arrepentirse…” (II Cor. 7:10).

Hay diferentes tipos de salvación en las Escrituras. Pablo habló de la salvación de nuestras almas (Efesios 2:8,9), pero también habló de su salvación física de la prisión (Fil. 1:19 cf. Ex. 14:13). Además, le aconsejó a Timoteo que si continuaba en la doctrina paulina se “salvaría” a sí mismo de la miseria que siempre surge por no continuar en la doctrina paulina. (I Tim. 4:16). También está la salvación de la desesperación que da la esperanza del Rapto (Rom. 8:23,24), y el Rapto mismo se llama salvación (Rom. 13:11).

La salvación en nuestro texto es de otro tipo. En el contexto, Pablo dice que hizo arrepentirse a los corintios “con una carta” (II Cor. 7:8), es decir, su primera epístola a ellos, en la que los reprendió por no disciplinar al hombre que vivía en fornicación (I Cor. 5). Luego “se entristecieron hasta el arrepentimiento” por esto (II Cor. 8:9). La palabra arrepentimiento significa cambiar de opinión, y ellos cambiaron de opinión acerca de permitir que el fornicario continuara entre ellos. Esto los “salvó” del peligroso efecto fermentador que de otro modo su presencia tendría entre ellos, y por eso su tristeza según Dios produjo el arrepentimiento para salvación, una salvación que Pablo les aseguró que no se arrepentirían ni se arrepentirían más tarde.

También obró otro tipo de salvación entre ellos, una similar a la salvación a la que Pablo hace referencia en 1 Corintios 5:5, donde habla del fornicario y les dice:

“Para entregar al tal a Satanás para destrucción de la carne, a fin de que el espíritu sea salvo en el día del Señor”.

En contexto, sabemos que entregar al hombre a Satanás significó sacarlo de la asamblea (v. 2,13). Dejarlo revolcarse en el pecado podría destruir su carne, pero lo traería de regreso al Señor y lo “salvaría” de la pérdida de recompensas en el tribunal (1 Cor. 3:15). Los corintios también se salvarían de esa pérdida si obedecieran las instrucciones de Pablo. Su dolor también produjo este tipo de arrepentimiento para la salvación, otra salvación de la que no se arrepentirían, por supuesto, porque nadie en el Tribunal se arrepentirá jamás de haber hecho lo correcto.


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