“Y cuando Jacobo, Cefas y Juan, que parecían ser columnas, reconocieron la gracia que me era dada, nos dieron a mí y a Bernabé la diestra de comunión; para que nosotros vayamos a las naciones, y ellos a la circuncisión” (Gálatas 2:9).
Cuando Pablo compartió su nuevo mensaje de gracia con los líderes de los doce apóstoles, parecía que Santiago, Pedro y Juan iban a ser pilares. Es decir, parecía que no recibirían su nuevo mensaje, sino que cada uno de ellos iba a ser inamovible como un pilar a la hora de reconocerlo.
Esa es la forma en que se usa la palabra “columna” en Apocalipsis 3:12, donde leemos que Dios tomará a aquellos que venzan la tentación a tomar la marca de la bestia y hará de cada uno una columna, una parte permanente de Su templo, el templo viviente formado por creyentes (cf. Amós 9:11.12). En ese mismo sentido de la palabra columna, parecía que Santiago, Pedro y Juan resistirían permanentemente el nuevo mensaje de Pablo y se aferrarían a la verdad que el Señor les había dado para la dispensación que estaba pasando.
Por cierto, así es como debes ser con respecto a la verdad que Dios te ha dado. Deberías aferrarte a él con todas tus fuerzas. Ya sabes, la forma en que Pedro se aferró a la verdad que Dios le había dado en la Ley cuando el Señor lo sorprendió con el mandamiento de comer animales inmundos. Pedro respondió: “Señor, no…” (Hechos 10:14). Él se quedó allí discutiendo con el Señor Jesucristo mismo, manteniéndose firme, diciendo: “Tu Palabra dice que no puedo comer animales inmundos”. Ahora, si él peleó ese tipo de lucha con el Señor, ¡imagínese la batalla que le dio a Pablo por algo nuevo! Supongo que ese viejo le dio a Pablo la pelea de su vida. “¿Qué quieres decir con que hay un programa completamente nuevo llamado el misterio del que los profetas no sabían nada?” (cf. Efesios 3:1-9).
Y escuche, tenía toda la razón al hacerlo. Esa es la manera en que debes ser acerca de la verdad que Dios te ha dado a través de Pablo, porque Pablo dice que la iglesia de la cual eres parte es “columna y baluarte de la verdad” (I Tim. 3:15). Cuando alguien ataca la verdad, debes darle la pelea de su vida. ¡Con gracia, por supuesto! (II Timoteo 2:24,25). Si Stonewall Jackson se mantuvo como un muro de piedra en el ataque de la oposición enemiga, tú también deberías hacerlo. Dios nos ayude a ser como Jeremías, a quien Dios hizo “una columna de hierro… contra toda la tierra” (Jeremías 1:18,19). Cuando el polvo de esta vida se asiente y comience la eternidad, será todo lo que habrá importado.