Cuando nuestras hijas todavía estaban en edad escolar, mi esposa y yo teníamos finanzas muy restrictivas. Años antes, tomamos la decisión de hacer una provisión especial para nuestras hijas que consideramos esencial para su bienestar espiritual. Sin embargo, cada vez era más costoso y difícil seguir adelante con esa decisión. Entonces, con gran reticencia, detuvimos esa disposición. Durante las siguientes tres semanas, no pude dormir por la noche, ni concentrarme durante el día, mientras agonizaba por el impacto que nuestra reciente decisión podría tener en nuestras hijas. Luego, sin saber cómo íbamos a pagar, volvimos a comprometernos con la provisión original para nuestras niñas. Simplemente no pudimos violar nuestra conciencia por más tiempo. Por cierto, Dios proveyó.
Dos veces en I Timoteo 1, el apóstol Pablo escribió a su hijo en la fe, Timoteo, acerca de la importancia de no violar su propia conciencia. Nuestra conciencia dada por Dios es ese juez interno que nos acusa cuando hemos hecho algo de forma incorrecta. Romanos 2:15 describe el trabajo de nuestra conciencia como un estándar “… escrita en su corazón, mientras que su conciencia concuerda en su testimonio; y sus razonamientos se acusan o se excusan unos a otros”. Cuando Pablo le dio directivas firmes sobre el ministerio a Timoteo, él escribió: “el propósito del mandamiento es el amor que procede de un corazón puro, de una buena conciencia y de una fe no fingida” (I Timoteo 1: 5). Para que Timoteo fuera eficaz en el ministerio y estuviera libre de trabas en su relación con el Señor, una de las tres cosas más importantes que necesitaba mantener era una conciencia limpia. El mantenimiento de su conciencia era una directiva tan importante, que no se refería a este como un consejo o una mera instrucción. En cambio, para él era un “mandamiento”. Luego, en el versículo 19, Pablo continúa diciendo que Timoteo también debe mantener: “la fe y la buena conciencia, la cual algunos desecharon y naufragaron en cuanto a la fe” Pablo básicamente estaba diciendo que violar la conciencia es una pendiente espiritual resbaladiza que había hecho que otros cayeran en el error y se volvieran inútiles en la causa de Cristo. A toda costa, Timoteo nunca debe violar su conciencia interna.
Querido creyente, nunca violes tu conciencia. Si estás haciendo algo que tu mente acusa como una fechoría, cesa inmediatamente. Si piensas ir en un camino que sabes que violará tu conciencia, no vayas por allí. Elige otro camino Es extremadamente importante mantener una conciencia limpia ante el Señor.