Todos sabemos por clases de educación cívica o los programas de TV, cuando alguien toma el estrado en una sala del tribunal, se requiere que responda una pregunta. Se le pregunta, por medio de un juramento: “¿Jura que el testimonio que están a punto de dar será la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad, con el amparo de Dios?” Dar un testimonio en un tribunal es un tema solemne. Del mismo modo, cada vez que alguien toma la Palabra inspirada de Dios, también es un asunto solemne que requiere el mayor cuidado y veracidad.
Repetidamente, el Señor enfatiza que nadie debe agregar o eliminar las palabras divinas que Él nos ha dado. Proverbios 30: 5-6 nos dice: “Toda palabra de Dios es limpia … No añadas a sus palabras, para que no que te reprenda, y seas hallado mentiroso”. Hay una gran diferencia entre explicar el contenido de las Escrituras y agregar cosas que Dios nunca quiso decir. El sirviente de Dios Nehemías dijo “… leían en el libro de la ley de Dios claramente, y ponían el sentido, de modo que entendiesen la lectura” (Nehemías 8: 8). Explicar el significado de las Escrituras tiene el propósito piadoso de ayudar a otros a adherirse a la voluntad de Dios a través de Su Palabra. Agregar a las Escrituras implica un motivo tortuoso (II Corintios 2:17). Luego, en Deuteronomio 4: 2 y 12:32, Moisés escribió: “No añadiréis a la palabra que yo os mando, ni disminuiréis de ella, para que guardéis los mandamientos de Jehová vuestro Dios que yo os ordene. “Nuevamente vemos la advertencia de no agregar a las palabras de Dios, y aquí vemos que quitar las palabras está estrictamente prohibido. Nosotros también debemos dar la verdad, TODA LA VERDAD, y nada más que la verdad. Apocalipsis 22:19 revela cuán grave era este asunto cuando se advirtió a los santos del reino bajo la Ley de Moisés: ” Y si alguno quitare de las palabras del libro de esta profecía, Dios quitará su parte del libro de la vida…” Nos apresuramos a agregar aquí que todos los que hoy han confiado en la obra terminada de Cristo como su única esperanza para la vida eterna tienen seguridad eterna. Estamos “sellados para el día de la redención” (Efesios 4:30). No obstante, nosotros también debemos tener cuidado de no agregar o quitar las palabras de Dios. En cada dispensación, el propósito principal de Dios para Su Palabra es que no la modifiquemos, sino que permitamos que ella nos cambie (Romanos 12: 2). Todos los días busca algo en las Escrituras para poner en práctica.