Una sustancia duradera – Hebreos 10:34

by Pastor John Fredericksen

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Hace un par de años compramos un vehículo nuevo. Para nosotros, era hermoso y tenía ese olor característico de todos los vehículos nuevos. Tuvimos cuidado de mantenerlo encerrado, lavado y encerado. La mayoría de las veces aparcamos más lejos de la tienda para minimizar cualquier daño que le pudiera ocurrir por causa de los demás. Pero no pasó mucho tiempo antes de que viéramos un gran rayón que alguien había causado por chocar con la puerta de nuestro auto. Poco después, hubo un gran rasguño de un carrito de compras. Luego, otro golpecito apareció en la parte delantera del auto causada por la grava. En poco tiempo, nuestro coche, que tanto apreciábamos ya no se veía bien. ¿Suena familiar?

Como escribió el autor de Hebreos para alentar a los santos judíos a permanecer fieles al Señor en su caminar diario; él señaló algo para motivarlos mucho. Les dijo que en el cielo “… tiene una posesión superior y perdurable” (Hebreos 10:34). La connotación es que estos creyentes tenían una recompensa eterna tangible que deberían apreciar. Además, a diferencia de nuestros tesoros terrenales, la recompensa eterna perdura sin manchas, golpes y sin descomponerse. Pedro lo describió como “… una herencia incorruptible, incontaminable e inmarchitable reservada en los cielos para ustedes” (I Pedro 1: 4). Estos estímulos llegaron después de que el Señor Jesucristo instará a los seguidores de su Reino a no preocuparse por amasar riquezas terrenales. Él les dijo: “… acumulen para ustedes tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el óxido corrompen, y donde los ladrones no se meten ni roban” (Mateo 6:20). ¿Cómo iban a acumular estas recompensas eternas y duraderas? El Salvador les dijo: “Bienaventurados son cuando los vituperen y los persigan, y digan toda clase de mal contra ustedes por mi causa, mintiendo. 12 Gócense y alégrense, porque su recompensa es grande en los cielos…” (Mateo 5: 11-12). Nosotros, en la Dispensación de la Gracia, debemos estar motivados de manera similar a la fidelidad mediante la recompensa eterna. Se nos urge a no edificar nuestras vidas después de la salvación con cosas perecederas que serán quemadas en el Asiento de Bema (I Corintios 3: 12-15). En cambio, debemos construir con oro, plata y piedras preciosas el sentido de vivir la causa de Cristo, y debemos poner nuestros afectos ahora en “las cosas de arriba, no en las cosas de la tierra” (Colosenses 3: 1-2).

Mi compañero creyente, tenemos que ganar a propósito la recompensa eterna al hacer algo específico para promover la causa de Cristo. ¿Qué vas a hacer hoy?