A lo largo de los siglos, muchos creyentes sinceros han pronunciado esta oración: “Ven, Señor Jesús; ven pronto”, pero no nos hemos unido a ellos en esto.
Para que no se nos malinterprete, nos apresuramos a explicar que nosotros, personalmente, anhelamos ver y estar con nuestro bendito Señor, y si pensáramos sólo en nosotros mismos, lo haríamos venir ahora, sin más demora.
Pero esta continua ausencia de nuestro Señor en la gracia es el tema especial de las epístolas de Pablo, como afirma Pedro:
“Y CUENTAN QUE LA PACIENCIA DE NUESTRO SEÑOR ES PARA SALVACIÓN; COMO TAMBIÉN NUESTRO AMADO HERMANO PABLO, SEGÚN LA SABIDURÍA QUE LE HA DADO, LES ESCRIBIÓ;
“COMO TAMBIÉN EN TODAS SUS EPÍSTOLAS, HABLANDO EN ELLAS DE ESTAS COSAS…” (II Ped.3:15,16).
¡Cuán misericordioso ha sido nuestro Señor al retrasar su regreso por los suyos y el juicio a seguir! ¡Qué bondad extender el día de gracia hasta ahora! Ahora que somos salvos, desearíamos estar con Aquel a quien amamos y anhelamos, pero ¡cuán agradecidos deberíamos estar de que Él nos haya esperado y cuán ansiosos deberíamos estar de ganar a otros para Él mientras Él espera aún más!
Por lo tanto, al considerar a los perdidos que nos rodean, no podemos implorar al Señor que “venga pronto”, aunque Su venida por nosotros es en verdad una “esperanza bienaventurada”, y permanecemos alerta para que suceda en cualquier momento.
En este sentido, es interesante observar que la oración “Ven, Señor Jesús” y su contraparte “¡Hasta cuándo!” Ambas son oraciones de “tribulación”, pronunciadas por santos (no del Cuerpo de Cristo) que vivirán durante ese tiempo terrible de la ira de Dios. Ambos se encuentran en el Libro del Apocalipsis y ambos en relación con el regreso de nuestro Señor a la tierra para juzgar y reinar, y no en relación con el rapto. Tanto en Apocalipsis 2:5 como en 2:16 nuestro Señor dice: “Arrepiéntete… o vendré pronto a ti”, es decir, para juzgar. En Apocalipsis 3:11 escribe a la iglesia de Filadelfia, pero nuevamente como advertencia: “He aquí, yo vengo pronto; retén lo que tienes, para que nadie tome tu corona”. Apocalipsis 22:7 y 12 se usan de la misma manera, indicando que en ese día sólo aquellos que sean “vencedores” anhelarán que el Señor venga y ponga fin a la rebelión del mundo. Así, Juan cierra el Apocalipsis con la declaración: “El que da testimonio de estas cosas dice: Ciertamente vengo pronto”, y la respuesta: “Amén; sí, ven, Señor Jesús” (versículo 20).