Se ha dicho que “cuando Rafael murió a los treinta y siete años de edad, llevaron su maravilloso cuadro, ‘La Transfiguración’, a medio terminar, en el cortejo fúnebre como símbolo de lo incompleto de la vida y de la brevedad del tiempo. ”
¡El tiempo es un bien preciado! Cuando el Apóstol Pablo instruyó a los Efesios a redimir el tiempo, quería que hicieran un uso sabio de él. No debían desperdiciarlo en actividades mundanas que los alejarían de las cosas del Señor. Pero redimir el tiempo también implica aprovechar las oportunidades que se presentan en la vida. Cuando Pablo, por ejemplo, fue encarcelado injustamente en Roma, no vio sus circunstancias como un revés en su ministerio, sino como una oportunidad para el avance del evangelio. Le dio acceso a la casa de César que de otro modo no habría tenido. Y como resultado, muchos fueron salvos.
En lugar de detenerse en sus circunstancias atenuantes que solo habrían frustrado la gracia de Dios, Pablo optó por producir lo que quizás sea su obra más grande: sus Epístolas en la prisión que continúan ministrando al Cuerpo de Cristo hasta el día de hoy. Por eso es importante seguir el ejemplo de Pablo, para que nosotros también podamos ser más productivos en el servicio del Señor. Su amor inquebrantable y su devoción al Salvador, quien lo salvó en el camino a Damasco, fue la influencia motivadora en su vida, como debe ser en la nuestra.
Mientras lee estas líneas, habrá numerosas oportunidades durante el próximo año para marcar la diferencia en la vida de alguien. Pero es fundamental aprovecharlos como lo hizo Pablo. Tal vez sea un vecino de la calle que necesita una mano amiga. Acérquense a ellos, como el Señor se acercó a nosotros; y cuando lo hagas, lleva el evangelio contigo. Conviértase en un mentor para alguien que es nuevo en la fe, alguien que tiene más preguntas que respuestas acerca de la Palabra de Dios. Haz una diferencia en la vida de alguien. Sólo la eternidad dará los frutos de vuestro trabajo por Cristo. Te asombrarás cuando llegues a la gloria y alguien se te acerque y te diga: “Gracias por la palabra de aliento ese día, fue un punto de inflexión en mi vida cristiana”.
Que Dios nos ayude a vivir cada día a la luz del Tribunal de Cristo, donde todos quedaremos asombrados de lo que pudo haber sido.