Todos somos impresionables – I Corintios 15:33

by Pastor John Fredericksen

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A los 16 años, no era salvo y, sin dudas, estaba inmerso en comportamientos inmorales, que incluían andar en compañías desagradables. Cuando comencé a salir con una joven, su madre me llevó aparte para conversar algo muy serio. Casi puedo escucharla decir: “John, queremos a nuestra hija y queremos lo mejor para ella. Estamos preocupados por algunos de los amigos con quienes andas por ahí. Nunca debes olvidar esto: Si aún no eres como ellos, pronto lo serás. Así que ten cuidado de con quién andas porque ellos te influenciarán”.

Cuando los creyentes en Corinto recibieron la primera epístola de Pablo, pasaron tiempo con falsos maestros que habían erosionado su fe en la resurrección del Señor Jesucristo de entre los muertos. Para combatir esta influencia, un capítulo entero contrarresta la falsa doctrina con la verdad divina acerca de la resurrección de nuestro Señor y nuestra futura resurrección. En este contexto, el apóstol Pablo escribió: “No se dejen engañar: “Las malas compañías corrompen las buenas costumbres” (I Corintios 15:33). La palabra “costumbre” se refiere a hábito moral. Al igual que aquella madre que trató de convencerme de que aquellos a quienes escuchamos y con quienes pasamos el tiempo influirán en nosotros, Pablo quería que estos santos comprendieran que ellos también eran impresionables. Es muy probable que algunos en esta iglesia pensaran que estaban tan arraigados en la sana doctrina que no podían ser apartados de una comprensión bíblicamente exacta. Sin embargo, solo se engañaban a sí mismos, cuando permitieron que otros los engañaran con una falsa doctrina. Tal vez algunos de estos santos pensaron que podrían influir positivamente en estos falsos maestros, pero Pablo les advirtió que no se engañaran acerca de lo que sucedería. Las “malas comunicaciones” de los falsos maestros ciertamente “corromperían” sus hábitos, doctrina y comportamiento. Este es un principio intemporal. Proverbios advierte “No hagas amistad con el iracundo … no sea que aprendas sus maneras …” (22: 24-25). Al darse cuenta de que los demás nos influyen, David se rodeó de compañeros que temían al Señor y guardarían Sus preceptos (Salmo 119: 63).

Hoy, nosotros los creyentes debemos tomar en serio este sabio consejo. No “engañarnos” pensando que no seremos influenciados cuando escuchamos “comunicaciones mal intencionadas”. Específicamente, no debemos escuchar personas de otros cultos que vienen a nuestra puerta, o a cualquiera que no reconozca el carácter distintivo de la Dispensación de Gracia, y el ministerio de Pablo.