Tengo un hermano que es seis años menor que yo. Cuando era pequeño y me sorprendían haciendo algo mal, mis padres me regañaban diciendo: “Tú eres el hermano mayor, se supone que debes dar un buen ejemplo a tu hermano menor. Es una pena”. Cuando pienso en mi fracaso como ejemplo u otros que también fallaron en las Escrituras, a menudo he dicho: “Todos somos buenos para algo, aunque solo sea para ser vistos como mal ejemplo”.
En el capítulo 10 de 1 Corintios, el apóstol Pablo está lidiando con el tema de los malos ejemplos. Él les dice a los creyentes de la época que en la historia de Israel muchos codiciaron. Muchos eran idólatras, fornicarios, desobedientes al Señor y charlatanes (I Corintios 10:1-10). Dado el patrón de carnalidad pecaminosa que existía en la comunidad cristiana corintia, el apóstol Pablo quería darles la solución a estos problemas. Pablo comienza diciéndoles: “Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga” (10:12). Cuando los creyentes se engañan a sí mismos al pensar que son demasiado espirituales para pecar como otros, se convierten en blancos fáciles para Satanás. La verdad es que cualquier creyente puede cometer cualquier pecado si se da la oportunidad y con la condición espiritual equivocada. Hay que tener cuidado. Más tarde, Pablo dice: “No les ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios … dará la salida, para que la puedan resistir” (10:13). Realmente no tenemos que pecar. Podemos elegir recurrir al poder de Cristo y encontrar el camino, provisto por el Señor, para alejarnos del pecado que nos tienta. En el versículo 14, Pablo exhorta, “… amados míos huyan de la idolatría”. Así como José huyó de la presencia de la esposa de Potifar, incluso cuando ella literalmente trató de llevarlo a su lecho, debemos huir vigorosa e inmediatamente de la presencia del pecado. Pablo tampoco quería que los corintios confundieran su libertad con una licencia para pecar. Él les dijo: “… Todo me es lícito, pero no todo edifica” (10:23). Nuestro estándar debe ser hacer solo lo que construirá más creyentes y evitar todo lo que pueda disminuir el caminar espiritual de los demás. Finalmente, vive según la regla de solo permitirte a ti mismo lo que dará “gloria a Dios” (10:31).
Puede que todos nos preguntemos hoy: “¿Qué ejemplo espiritual doy a los demás?” Elije ser un buen ejemplo, no un mal ejemplo.