Mientras crecía en la granja, teníamos un perro que amaba perseguir a los conejos. Muchas veces lo vi correr todo lo que podía luego de que un conejo intentaba eludirlo. El conejo se movía de un lado a otro, cambiaba de dirección en un instante y algunas veces se enterraba en un agujero cavado en el campo. Sin inmutarse, nuestro perro inexorablemente excavaba hasta que podía alcanzar y capturar a su presa. No importa cuán difícil era, él era imparcial en la obtención de su objetivo.
Las instrucciones de Pablo a Timoteo fueron huir y seguir. Él escribió: “Pero tú, oh hombre de Dios, huye de estas cosas [carnales];y sigue la justicia, la piedad, la fe, el amor, la perseverancia, la mansedumbre. Pelea la buena batalla de la fe; echa mano de la vida eterna…” (I Timoteo 6: 11-12). Un hombre o mujer de Dios, haciendo lo que debería hacer, huirá, como un conejo asustado, del “amor al dinero” (vs. 10). Pablo le recordó a Timoteo que él no trajo nada a este mundo y que no sacará nada material cuando muera. Mientras tenga comida, ropa y la busque la piedad, deberá contentarse (vss.6-9). Pero un hombre o mujer de Dios también debe perseguir varias cosas firmemente. Debemos perseguir la “rectitud” (vs.11). Esta palabra significa equidad de carácter, o hacer lo correcto. “Divinidad” se refiere a la devoción, buscando ser santo, o como Dios en conducta. “Fe” significa una persuasión, convicción o creencia. Deberíamos ser como un perro persiguiendo a un conejo en la búsqueda de obtener estas cualidades como parte consistente de nuestro carácter. Pero también necesitamos más. Debemos perseguir un “amor” ágape, que significa un afecto incondicional, para los demás. Pablo les dijo a los Tesalonicenses que “les enseñaron a Dios a amarse los unos a los otros”, pero deben buscar “abundar” en este amor y hacerlo “para todos los hombres” (I Tesalonicenses 4: 9; 3:12). Necesitamos “paciencia”, es decir resistencia, en lugar de desmayarnos en nuestra seriedad acerca de vivir para el Señor. El siervo del Señor también necesita “mansedumbre”, lo que significa amabilidad en todas las situaciones. Si tenemos estas cualidades, entonces podemos dar “pelea la buena batalla de la fe” (I Timoteo 6:12) en vivir verdaderamente para Cristo, y aferrarnos a la importancia de la vida eterna que se nos ha dado.
Buscamos muchas cosas en la vida: diversión, parejas, ganancia monetaria, amistades, seguridad y más. Sin embargo, como hijos de Dios, debemos ser tan implacables como un perro persiguiendo a un conejo en nuestra búsqueda de estas cualidades piadosas.