“El mundo pasa” (1 Juan 2:17).
“El mundo entero yace en la maldad (1 Juan 5:19).
Los cristianos que dedican su tiempo y energía al servicio social, la reforma cívica, programas para la elevación de la comunidad, etc., olvidan que este mundo es como un barco que se hunde. Están perdiendo su tiempo y energía tratando de salvar los restos del naufragio en lugar de salvar a las personas del naufragio.
Pablo vivió en una época en la que la política era corrupta, en la que el poder pisoteaba la justicia, en la que la sociedad era degradada, en la que se reía de la pureza y se exaltaba la inmoralidad. Vio lo que se llamaba “arte y cultura” arrastrando a miles hacia abajo mientras los tentaba desde estatuas que casi vivían, y desde escritos y cuadros tan viles que sólo eran superados por la inmoralidad real de la corte de Nerón en adelante.
Sin embargo, nunca se le encuentra participando en campañas políticas ni instando a reformas sociales. Su gran objetivo era presentar al Señor Jesucristo como Aquel a quien los individuos deben acudir para salvación.