Regocíjate en el señor – Filipenses 4:4

by Pastor John Fredericksen

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El padre de mi esposa y yo somos fanáticos del fútbol. Podemos hablar sobre fútbol por largos períodos de tiempo. Anticipamos cada reclutamiento, juego y temporada. Cuando nuestros equipos jugaban y ganaban el campeonato nacional, hablamos extensamente de eso, volvíamos a ver el juego y nos regocijamos en la victoria. Con un sentido de reverencia, se me ocurre que nosotros, los creyentes, debemos ser aún más entusiastas seguidores de Dios y regocijarnos constantemente en él.

En Filipenses 4: 4, Pablo nos dice: ” ¡Regocíjense en el Señor siempre! Otra vez lo digo: ¡Regocíjense!”. Nota que el énfasis y el enfoque del regocijo no están en nuestras circunstancias, sino en el Señor mismo. Un estudio de las Escrituras revela que hay muchos aspectos del Señor que deberían producir gozo en nosotros. Jeremías escribió sobre la misericordia que Dios tiene con el pecador. Él dijo: ” Por la bondad del Señor es que no somos consumidos, porque nunca decaen sus misericordias. Nuevas son cada mañana…” (Lamentaciones 3: 22-23). David escribió: “Compasivo y clemente es el Señor, lento para la ira y grande en misericordia” (Salmo 103: 8). Agregó: “Grande es el Señor y digno de suprema alabanza. Su grandeza es inescrutable … Hablarán del esplendor de tu gloriosa majestad … Clemente y compasivo es el Señor, lento para la ira y grande en misericordia” (Salmo 145: 3-8). Asimismo, Moisés dijo: ” El Señor es lento para la ira y grande en misericordia. Él perdona la iniquidad y la rebelión, pero de ninguna manera dará por inocente al culpable” (Números 14:18). Incluso frente a la descarada rebelión de Israel, Nehemías proclamó: “Pero tú que eres un Dios perdonador, clemente y compasivo, tardo para la ira y grande en misericordia, no los abandonaste” (Nehemías 9:17). Pero aun cuando, en justicia, Dios juzgue los pecados de la humanidad, tenemos la seguridad: “El Juez de toda la tierra, ¿no ha de hacer lo que es justo?” (Génesis 18:25). Muchos pasajes describen la santidad, la justicia, el poder, la omnisciencia y el amor de Dios. Por ejemplo: “… Dios demuestra su amor para con nosotros en que, siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros” (Romanos 5: 8). Después de que confiamos en Cristo, tenemos la seguridad eterna, y en nuestro nombre, Él “… es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o pensamos …” (Efesios 3:20).

Hoy debemos exaltar al Señor con canciones de alabanza y regocijarnos en Su grandeza. Hacerlo no solo glorificará a Dios, sino que también nos acercará más a Él y nos dará un mayor aprecio por nuestra salvación.