El Apóstol Pablo, refiriéndose a la crucifixión, declara que “Dios estaba en Cristo, reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a ellos los pecados de ellos; y nos ha encomendado la palabra de la reconciliación” (2 Corintios 5:19).
¿Cómo podría haber mostrado a los pecadores de manera más concluyente que Él desea su bien que imputando sus pecados a Cristo y diciéndoles que Él no les está imputando sus transgresiones? Sus transgresiones les serán imputadas, por supuesto, si rechazan la provisión de salvación de Dios por medio de Cristo, pero por el momento es un hecho maravilloso que podemos ir a cualquier pecador y decirle con la autoridad de la Palabra escrita de Dios: “Tus pecados han sido pagados; Dios no los está reteniendo en su contra. ¿Aceptarás Su amor y recibirás a Cristo como tu Salvador?”