¿Qué Buscas? – II Timoteo 3:16-17

by Pastor John Fredericksen

Print This Article

Cuando algunos hombres buscan una esposa, a menudo buscan solo la belleza física. Todo lo demás parece ser incidental. Cuando buscaba a la mujer adecuada para ser mi esposa, buscaba una combinación de cosas muy importantes. Sí, quería que ella fuera bonita. Pero necesitaba que ella conociera a Cristo como Salvador, que tuviera una mentalidad espiritualmente seria, que estuviera dispuesta a servir en el ministerio, que tuviera un espíritu dulce y que compartiera mis mismas filosofías de la vida. Sabía que cada uno de estos aspectos era de vital importancia para nosotros para ser un buen partido.

¿Qué es lo que buscas cuando estudias las Escrituras, ya sea en un estudio personal o sentado bajo un buen maestro de la Biblia? Tristemente, muchos parecen estar buscando una sola cosa: doctrina académica. Por favor no lo malinterpretes. Todo creyente necesita un fundamento firme en la doctrina de la gracia para saber cómo vivir una vida placentera para el Señor y para ser lo suficientemente estable en las Escrituras como para no ser arrastrado al error y al pecado. Necesitamos doctrina, pero también debemos buscar más la información doctrinal cuando estudiamos la Palabra de Dios. Pablo le dijo a Timoteo lo que Dios quiere que busquemos en las Escrituras cuando escribió: “Toda la Escritura es inspirada por Dios y es útil para la enseñanza, para la reprensión, para la corrección, para la instrucción en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto [queriendo decir completo o maduro], enteramente capacitado para toda buena obra.”(II Timoteo 3:16-17). Piensa con cuidado sobre este contenido. Mientras se establece en la sana doctrina, cada creyente necesita permitir que las Escrituras reprendan el comportamiento y las actitudes equivocadas. Sin esto, no creceremos en la piedad, sino que permaneceremos endurecidos en hábitos pecaminosos. Una vez reprendidos, debemos permitirle a Dios corregir los comportamientos o actitudes equivocadas. La meta de Dios para nosotros es que lleguemos a ser “conformes a la imagen de su Hijo” (Romanos 8:29), o más parecidos a Cristo. Cuando nos sometemos al Señor durante este proceso, Él continuamente nos da “instrucción de justicia” (II Timoteo 3:16), si solo buscamos esto en Su palabra. Sin este proceso de crecimiento espiritual, no somos realmente “perfectos”, maduros o completos, no importa lo mucho que conozcamos de la doctrina. Finalmente, la corrección doctrinal por sí sola no nos califica para el ministerio. El crecimiento en la piedad nos hace “capacitado para toda buena obra” (II Timoteo 3:17).

Si esta combinación no es lo que estás buscando cuando estudias las Escrituras, permite que este viaje comience hoy y que continúe todos los días en el futuro.