Cuando tenía diez años y Peggy, mi hermana mayor tenía diecinueve años, la atrapé en su cuarto. Ella acababa de arreglar su cabello cuando aparecí con un vaso de agua helada y amenacé con arrojársela. Mientras los dos nos reíamos de la broma, ella me rogaba que no se la arrojara encima. La hice ponerse de rodillas, hacerme cumplidos y pedir misericordia. Después de varios minutos, me giré haciendo que me retiraba y mostraba misericordia, entonces, di la vuelta y la dejé caer. Ella lo tomó afablemente. Mientras nos reíamos, dijo: “¿Crees que eres inteligente, verdad, pequeña rata?”
En un artículo titulado: Los estadounidenses promedio piensan que son más inteligentes que el estadounidense promedio, la autora, Marina Koren, dice: “El cincuenta y cinco por ciento de los estadounidenses piensan que son más inteligentes que el estadounidense promedio”, según una nueva encuesta de YouGov, una organización de investigación que utiliza encuestas en línea”.1 ¿Qué hay de ti? ¿Crees que eres inteligente? El estándar de Dios para un cristiano inteligente se encuentra en Proverbios 11:30: “… el que gana las almas es sabio”. Hay más de un motivo para buscar intencionalmente conducir a otros a la salvación eterna. Podría ser porque nos damos cuenta de que hacerlo es “su culto racional” (Romanos 12:1-2). Después de todo, el Salvador soportó mucho para redimirnos del pecado. Es razonable servirle de esta manera. También debemos darnos cuenta de que esta es la principal misión de Dios en la vida para cada creyente. II Corintios 5: 18-20 nos dice que todos los creyentes deben servir como “embajadores en nombre de Cristo” porque nos dio a todos “el ministerio de la reconciliación”. Esto significa que todos debemos vernos como “pescadores de hombres” (Mateo 4:19). Buscar llevar a otros a Cristo NO es solo para unos pocos que tienen algún tipo de don especial. La compasión por el destino de un alma eternamente perdida también debería motivarnos. Judas 23 lo dice de esta manera: A otros salvad, arrebatándolos [con la Escritura] del fuego…” También es apropiado estar motivados por la recompensa eterna. Daniel 12: 3 dice: “Los entendidos resplandecerán como el resplandor del firmamento; y los que enseñan la justicia a la multitud, como las estrellas a perpetua eternidad”. Si somos realmente inteligentes, nos armaremos hoy con los tratados del Evangelio y buscaremos la oportunidad de compartir el plan de salvación con un alma perdida.