Durante muchos años, este escritor, junto con la masa de personas religiosas, supuso que la frase bíblica “gracia y paz a vosotros” era simplemente un hermoso saludo espiritual. Gracias a Dios hemos llegado a aprender que es mucho más que un saludo. Es una proclamación oficial.
Cada una de las epístolas firmadas por San Pablo comienza con la declaración: “Gracia y paz a vosotros, de Dios Padre y del Señor Jesucristo”. Este era el tema del mensaje que él, como embajador debidamente designado, había sido enviado a proclamar.
Para apreciar esto completamente, debemos recordar que Dios había declarado en profecía que Él respondería al rechazo de Cristo por parte del mundo con juicio. Sal. 110:1 representa al Padre diciéndole al Hijo: “Siéntate a mi diestra, hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies”. Sal. 2:5 declara: “Entonces les hablará en Su ira, y los afligirá en Su gran ira”.
Después de la crucifixión y ascensión de Cristo, parecía que todo estaba listo para que cayera el juicio. Cuando aparecieron las señales de Pentecostés, Pedro declaró: “Esto es lo dicho por el profeta Joel” (Hechos 2:16) y de hecho parecía que el Señor rechazado estaba a punto de regresar para “juzgar y pelear”, como Apocalipsis 19:11 lo pone. Pero ahora, en lugar de juicio y guerra, San Pablo proclama gracia y paz. ¿No indica esto que en gracia Dios interrumpió el programa profético para traer la presente dispensación bajo la cual los embajadores de Dios proclaman con Pablo:
“Pero donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia; para que como reinó el pecado… así reine la gracia” (Rom. 5:20,21).?
De hecho, Pablo, el antiguo perseguidor, era él mismo la demostración viviente de la gracia de Dios para un mundo que rechazaba a Cristo. En I Tim. 1:15,16 declara:
“Palabra fiel y digna de ser recibida por todos: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero.
“Sin embargo, por esta causa alcancé misericordia, para que Jesucristo mostrara en mí, el primero, toda clemencia, para ejemplo de los que habían de creer en él para vida eterna.”