En 1985, mi visión se deterioró seriamente. Solo podía leer con mucha concentración, y solo con mi Biblia muy cerca de mis ojos. El especialista me diagnosticó queratocono. Esta es una enfermedad que adelgaza la córnea normalmente redonda, la elonga en forma de cono y, en mi caso, deja ondas en la córnea. Esta enfermedad progresiva causa visión distorsionada, problemas en la percepción de la profundidad y sensibilidad a la luz. Cuando esta enfermedad comenzó y se intensificó, temí quedarme incapacitado, sin poder ministrar o apoyar a mi joven familia. Una vez que se corrió la voz sobre mi dificultad, los creyentes de todo el país comenzaron a llamarme con las palabras alentadoras: “Estoy orando por ti”. Es difícil expresar cuánto significaba eso para mí y cuán agradecido estoy de que Dios respondiera a sus oraciones.
Cuando el apóstol Pablo abrió su carta a los creyentes en Colosas, los animó diciendo que él estaba: “orando siempre” por ellos (Colosenses 1: 3). Pablo era, como llamamos hoy, “un guerrero de oración”. Oraba regularmente por las necesidades de otros santos. Aseguró a los creyentes de Éfeso “no ceso de dar gracias por ustedes recordándoles en mis oraciones” (Efesios 1:16). Pablo les recuerda nuevamente sus oraciones por su preocupación de que se sentirían desanimados por sus persecuciones. Él escribe: “Por esta razón doblo mis rodillas ante el Padre … a fin de que, conforme a las riquezas de su gloria, les conceda ser fortalecidos …” (Efesios 3: 14-16). Cuando Pablo sabía de una necesidad en la vida de otros creyentes, su respuesta era sostenerlos en el trono de la gracia, pidiéndole a Dios que interviniera en su nombre. Sabiendo que había preguntas e inquietudes entre los nuevos creyentes de Tesalónica sobre lo que les sucedió a los santos cuando murieron antes del arrebatamiento, Pablo nuevamente les asegura sus oraciones. Él les dice que planeaba ir a verlos pronto, y que estaba ” De día y de noche imploramos con mucha instancia, a fin de verlos personalmente…” (I Tesalonicenses 3:10). Debe haber sido un estímulo para los creyentes en Colosas que supieran que Pablo estaba orando por ellos, y que “no dejaría de orar” por sus necesidades (Colosenses 1: 9).
También tú te has sentido muy alentado por la seguridad de que alguien reza por ti en un momento de verdadera necesidad. Ahora es el momento de “pagarlo”. Dedica un tiempo a elevar una oración por alguien y trata de convertirte en un verdadero guerrero de oración.