¿No lo sabéis?

by Pastor Kevin Sadler

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“¿Qué? ¿No sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo que está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y no sois vuestros?” (1 Corintios 6:19).

Un clérigo jubilado contó la siguiente historia: “Cuando era más joven, me ofrecí como voluntario para leerle a un estudiante universitario llamado John que era ciego. Un día le pregunté: ‘¿Cómo perdiste la vista?’

“’Una explosión química’, dijo John, ‘a la edad de trece años’. ‘¿Cómo te hizo sentir eso?’ ‘La vida había terminado. Me sentí impotente…’, respondió John. “Durante los primeros seis meses no hice nada para mejorar mi situación en la vida. Comería todas mis comidas solo en mi habitación. Un día, mi padre entró en mi habitación y me dijo: “John, se acerca el invierno y es necesario levantar las ventanas contra tormentas; ese es tu trabajo. ¡Quiero que estén colgados cuando regrese esta noche…! Luego se dio vuelta, salió de la habitación y cerró la puerta de golpe. Me enojé mucho. Pensé: “¿Quién se cree que soy? ¡Estoy ciego!” Estaba tan enojado que decidí hacerlo. Caminé a tientas hasta el garaje, encontré las ventanas, ubiqué las herramientas necesarias, encontré la escalera, mientras murmuraba en voz baja: “Se las mostraré. ¡Me caeré y tendrán un hijo ciego y paralítico!’”. John continuó: ‘Subí las ventanas. Más tarde descubrí que en ningún momento mi padre estuvo a más de cuatro o cinco pies de mi lado’”.1

En el pasado, la gloriosa presencia de Dios residía en el templo de Jerusalén. Hoy, bajo la gracia, si has confiado en Cristo como tu Salvador personal, la Palabra de Dios enseña “que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo que está en vosotros” (1 Cor. 6:19). Bajo la gracia, el cuerpo de cada creyente es el templo de Dios y por eso es bendecido con la presencia interior de Dios. ¡Dios vive en nosotros!

Como aquel joven ciego, quizás no somos conscientes de que Dios está ahí y con nosotros. Quizás necesitemos el recordatorio que Pablo les dio a los corintios: “¿Qué? ¿No lo sabéis…? Dado que el Espíritu está en nosotros, Él está con nosotros en todas las experiencias de la vida y a través de ellas. Es imposible para Él no saber lo que hacemos o lo que pasamos en cada momento. Y así la Palabra enseña que el Espíritu siente nuestras heridas (Rom. 8:26), se entristece cuando pecamos (Ef. 4:30), nos guía (Rom. 8:14), nos fortalece en el hombre interior (Ef. 3:16), y provee para nuestras necesidades (Fil. 1:19).

Que podamos nutrir una conciencia fuerte y cada vez mayor de Dios y vivir a la luz de Su presencia en nosotros.