Hace años, durante la invasión de Etiopía por parte de Mussolini, le pregunté a una clase de niños: “¿Quién es el hombre más respetado, más honrado y más amado de toda la historia?” Inmediatamente se levantaron manos, mientras uno decía esto y otra aquello. Un niño dijo que Mussolini era el más amado y honrado, pero los demás se rieron de esa idea. Finalmente, un muchacho de aspecto sincero dijo: “Jesús”. Pero estaba tan lejos como el que había sugerido a Mussolini.
Desearíamos que nuestro Señor fuera tan grandemente honrado, respetado y amado como debería ser, pero no lo es. Más bien, Él es ampliamente rechazado y blasfemado, mientras que muchos son hipócritas al pretender adorarlo.
Sin duda, el hombre más honrado, más respetado y más amado de toda la historia es Abraham, orgullosamente reconocido como “padre” por millones de judíos, millones de mahometanos y millones de cristianos profesantes. Claramente, esta es la razón por la cual Dios usó a este hombre para demostrar a toda la humanidad cómo podemos ser declarados justos ante un Dios justo y santo. Note lo que Romanos 4:2,3 dice acerca de esto:
“Porque si Abraham fue justificado por las obras, tiene de qué gloriarse; pero no ante Dios.
“Porque ¿qué dice la Escritura? Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia.”
Así, Dios usa al hombre más amado y respetado de la historia para demostrar el hecho de que la salvación se recibe solo por la fe. Y así concluye el Apóstol:
“Mas al que no obra, pero cree en aquel que justifica al impío, su fe le es contada por justicia” (Romanos 4:5).
En todas las épocas, los hombres se han salvado haciendo lo que Dios les mandó hacer entonces. Ahora Él nos dice que no hagamos nada, sino que simplemente confiemos en Cristo, quien murió por nuestros pecados. Este es el plan de salvación de Dios.