Los frutos de la resurrección de nuestro Señor de entre los muertos son muchos e importantes.
Primero, hubo resultados inmediatos. Hizo callar a aquellos que habían ridiculizado Sus afirmaciones e infundió terror en sus corazones. Explicaba cómo se cumplirían las profecías que predecían la muerte de Cristo y la gloria del reino que le seguiría. Animó a Sus seguidores, haciendo audaces a los cobardes, convirtiendo su miedo en fe, su tristeza en gozo y su desesperación en gloriosa victoria.
Luego también hubo resultados a largo plazo, porque la resurrección de nuestro Señor es una advertencia para los incrédulos:
“Porque [Dios] ha señalado un día en el cual juzgará al mundo con justicia por aquel Varón a quien Él ha ordenado; de lo cual ha dado seguridad a todos los hombres, resucitándole de entre los muertos” (Hechos 17:31. Véase también Juan 5:22,27; Hechos 10:42).
En cuanto a los creyentes, primero, la resurrección de Cristo de entre los muertos nos asegura que nuestra deuda de pecado ha sido pagada en su totalidad:
“[ÉL] FUE ENTREGADO POR NUESTROS DELITOS, Y RESUCITÓ DE NUEVO PARA NUESTRA JUSTIFICACIÓN. POR LO TANTO, JUSTIFICADOS POR LA FE, TENEMOS PAZ CON DIOS POR MEDIO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO” (Rom. 4:25; 5:1).
Segundo, Su resurrección nos da un Salvador vivo para ayudarnos en nuestro caminar diario.
“POR LO CUAL PUEDE TAMBIÉN SALVAR PERMANENTEMENTE A LOS QUE POR ÉL SE ACERCAN A DIOS, PUES VIVE SIEMPRE PARA INTERCEDER POR ELLOS” (Hebreos 7:25).
Tercero, Su resurrección es promesa de la nuestra:
“PORQUE SI CREEMOS QUE JESÚS MURIÓ Y RESUCITÓ, ASÍ TAMBIÉN TRAERÁ DIOS CON JESÚS A LOS QUE DURMIERON EN ÉL” (I Tes. 4,14; cf. Heb. 13:20).
“BENDITO SEA EL DIOS Y PADRE DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO QUE, SEGÚN SU ABUNDANTE MISERICORDIA, NOS HIZO RENACER PARA UNA ESPERANZA VIVA POR LA RESURRECCIÓN DE JESUCRISTO DE LOS MUERTOS” (I Pedro 1:3).