“En la esperanza de la vida eterna, la cual Dios, que no miente, prometió antes del comienzo del mundo [o, “los siglos”]” (Tit. 1:2).
“Los cretenses son siempre mentirosos” (Ver. 12). “Dios… no puede mentir” (Ver. 2). ¡Qué contraste! ¡Y qué tranquilizador saber que nuestra salvación depende de la Palabra de Dios, que no puede mentir!
Nuestro pasaje de apertura, arriba, sin embargo, establece que Dios hizo esta promesa “antes que el mundo [o, “edades”] comenzara. ¿Cómo puede ser esto? No hay ninguna indicación de que Él hizo esta promesa a los ángeles, y no había nadie más a quien pudiera habérsela hecho, excepto Él mismo, y esta es exactamente la verdad del asunto. ¿No nos hemos hecho todos promesas fervientes a nosotros mismos?
Antes de que Dios hiciera una promesa a ningún hombre, se prometió a sí mismo que Él proveería la salvación y todas las riquezas de Su gracia para los pecadores a través de la obra consumada del Calvario, y las promesas hechas más tarde a los hombres no fueron más que revelaciones progresivas de un propósito firme que Él ya tenía. hecho en Su propio corazón de amor. Pablo, el apóstol del “misterio”, se refiere a este bendito hecho una y otra vez en sus epístolas:
“Mas hablamos sabiduría de Dios en misterio… lo oculto… QUE DIOS ORDENÓ ANTES DEL MUNDO PARA NUESTRA GLORIA” (I Cor. 2:7).
“SEGÚN NOS ESCOGIÓ EN ÉL [CRISTO] ANTES DE LA FUNDACIÓN DEL MUNDO…” (Efesios 1:4).
“En quien también obtuvimos herencia, SIENDO PREDESTINADOS SEGÚN EL PROPÓSITO DE AQUEL QUE OBRA TODAS LAS COSAS SEGÚN EL CONSEJO DE SU PROPIA VOLUNTAD” (Efesios 1:11).
“Quien nos salvó y llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino según SU PROPÓSITO Y [SU PROPIA] GRACIA QUE NOS DIO EN CRISTO JESÚS ANTES DEL INICIO DEL MUNDO” (II Tim. 1 :9).