En una carta a su hijo espiritual, Timoteo, Pablo escribió, hace unos 1900 años, acerca de su conversión:
“habiendo yo sido antes blasfemo y perseguidor e injuriador, pero alcancé misericordia, porque lo hice por ignorancia en incredulidad. Y LA GRACIA DE NUESTRO SEÑOR FUE SOBREABUNDANTE…” (I Tim. 1:13,14).
Y sigue esto con la ahora famosa declaración:
“ESTA ES PALABRA FIEL, Y DIGNA DE RECIBIDA POR TODOS, QUE CRISTO JESÚS VINO AL MUNDO PARA SALVAR A LOS PECADORES, DE LOS CUALES YO SOY EL PRIMERO ” (Ver 15).
Al leer esta declaración de Pablo, aquellos que conocen sus Biblias recordarán inmediatamente las palabras de Rom. 5:20,21:
“…la ley entró para que abundase el pecado, PERO DONDE ABUNDÓ EL PECADO, ABUNDÓ MUCHO MÁS LA GRACIA; QUE COMO REINÓ EL PECADO… ASÍ REINARÁ LA GRACIA…”
Estos dos pasajes de la pluma de Pablo tienen una conexión más cercana de lo que puede parecer en la superficie. El Apóstol Pablo, una vez Saulo de Tarso, había llevado a su nación y al mundo a rebelarse contra Cristo. “En cuanto a Saulo”, leemos en Hechos 8:3, “hizo estragos en la iglesia”, y él mismo testificó a los gálatas: “Oísteis… cómo perseguí sin medida a la iglesia de Dios, y la asolaba” (Gálatas 1:13).
Sin embargo, Dios, en infinita misericordia, había salvado a Saulo, no solo por él mismo, sino para convertirlo en la demostración viviente de su gracia. Así, al escribir a Timoteo, el Apóstol continúa explicando:
“Sin embargo, POR ESTA CAUSA OBTUVE MISERICORDIA, PARA QUE JESUCRISTO MOSTRASE PRIMERO EN MÍ TODA SU CLEMENCIA, PARA EJEMPLO DE LOS QUE IBAN A CREER EN ÉL PARA VIDA ETERNA” (I Tim. 1:16).
Entonces, tomemos nuestro lugar con Saulo, el pecador, y encontremos la salvación por gracia a través de Cristo, el Salvador. “Cree en el Señor Jesucristo y serás salvo” (Hechos 16:31).