Para los creyentes en Cristo sería el más bendito de todos si este año resulta ser el año de la venida de nuestro Señor por los suyos. No sabemos ni podemos saber cuánto tiempo se prolongará la presente dispensación de la gracia. Incluso San Pablo, a quien se le encargó dar a conocer la gloriosa verdad del rapto de la Iglesia, no lo sabía. Nunca soñó que Dios permanecería en misericordia por más de 1900 años, porque en I Tes. 4:16-18 dice:
“Nosotros los que vivimos y quedamos hasta la venida del Señor, seremos arrebatados…”
Los creyentes instruidos en la Biblia en cada generación desde sus días han estado alerta a la espera de que su Señor venga por ellos, porque saben que “los días son malos” y cada hora es una hora de gracia.
A los Filipenses el Apóstol escribió: “Esperamos al Salvador”, a los Tesalonicenses: “[Vosotros]… esperad a su Hijo [de Dios] desde el cielo”, y a Tito dice que debemos estar “aguardando esa esperanza bienaventurada” , y la manifestación gloriosa de… nuestro Salvador Jesucristo” (Fil. 3:20; I Tes. 1:9,10; Tito 2:11-13).
Con la venida del Señor y el fin de “la dispensación de la gracia de Dios” mucho más cerca que en los días de Pablo, decimos a los no salvos: “No recibáis la gracia de Dios en vano…. He aquí, ahora es el tiempo aceptado; he aquí ahora el día de la salvación” (II Cor. 6: 1,2).
Y a los salvos les decimos: “Redimid el tiempo”, aprovechad cada oportunidad para ganar a los perdidos para Cristo, porque “los días son malos” (Efesios 5:16) y el día de la gracia puede llegar a su fin muy pronto.