En un acuerdo – Hechos 1:14

by Pastor John Fredericksen

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Recientemente, durante gran parte del día, cuidaba a dos de nuestros nietos, que son hermanos. Con frecuencia, literalmente se golpeaban, mordían y gritaban. Luego, tres minutos más tarde, estarían jugando felices juntos con una risa desbordante de alegría, o sentados uno al lado del otro en una silla hablando entre ellos con dulce voz. Se me ocurrió que los hijos de Dios, en todas las edades, actúan de la misma manera.

Inmediatamente después de la ascensión final del Señor Jesucristo al cielo, los 120 fieles seguidores del Salvador regresaron a Jerusalén. Cabe destacar que incluso antes de ser investidos con el poder del Espíritu Santo, se los describe como “… unánimes en oración…” (Hechos 1:14). Para enfatizar, y para que no la perdamos, esta condición de unidad se repite varias veces. Mientras esperaba el poder milagroso prometido para presenciar a Israel perdido, “… estaban todos reunidos en un mismo lugar” (Hechos 2: 1). Después de seguir el requisito único del reino de vender todas sus posesiones, continuaron “… unánimes en el templo día tras día…” (Hechos 2:46). Cuando los líderes religiosos judíos les ordenaron no hablar acerca de Cristo, “alzaron sus voces a Dios unánimes” en oración, pidiendo audacia para seguir testificando (Hechos 4: 23-29). A medida que continuaron en el ministerio, fueron “… de un solo ánimo en el pórtico de Salomón” (Hechos 5:12). En pocas palabras, aquellos que siguen a Cristo deben vivir, adorar, ministrar e interactuar unos con otros en una unidad bendecida y armoniosa. Pablo les dice a los santos en Corinto, “… Los exhorto, pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, a que se pongan de acuerdo … estén completamente unidos en la misma mente y en el mismo parecer” (I Corintios 1:10). A través de la Palabra de Dios y del Espíritu Santo que mora en ellos, el Señor sigue rogando a los creyentes que interactúen entre sí en armonía. Es por esto que se nos instruye a ser “procurando con diligencia guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz” (Efesios 4: 3), y que “… sean de un mismo sentir. Vivan en paz …” (II Corintios 13:11).

¿Qué tipo de hijo de Dios eres? ¿Eres como los que gritan y pelean, o eres uno dulce y feliz, lo cual te permite ser llevadero? Eres parte del problema o parte de la solución. Decide ahora mismo que tus palabras y tu conducta de hoy promuevan la unidad, y no la destruyan.