Se cree que la consigna “En Dios confiamos” se originó durante la guerra civil cuando el reverendo M. Watkinson instó al Departamento del Tesoro a colocar en su moneda una declaración que reconociera al Todopoderoso. El 3 de marzo de 1865, una Ley del Congreso permitió el nacimiento de nuestra consigna. Pero esta desapareció desde 1883 hasta 1938. “En 1956, la nación pasaba por tiempos particularmente tensos por la Guerra Fría, y los Estados Unidos querían distinguirse de la Unión Soviética, que promovía el ateísmo de estado. Como resultado, el 84° Congreso aprobó una resolución conjunta ‘declarando EN DIOS CONFIAMOS como la consigna nacional de los Estados Unidos.’ La ley fue firmada por el presidente Eisenhower el 30 de julio de 1956, y la consigna fue progresivamente agregado al papel moneda entre 1957 y 1966”.1
Basándose en la repetición continua, la “confianza” es uno de los temas clave y recurrentes en el Libro de los Salmos. David repetía a menudo: “En Ti oh señor he confiado…” (Salmo 31: 1; 16: 1). Pero, como hoy, muchos no confiaban en el Señor. David dijo: “Estos confían en carros, y aquellos en caballos [símbolos de poderío militar]; mas nosotros del nombre del Señor nuestro Dios tendremos memoria” (20: 7). Muchos confiaron en meros hombres. Pero David escribió: “Mejor es confiar en el Señor que confiar en el hombre” (118: 8). Del mismo modo, el apóstol Pablo advirtió en contra de poner “… ni pongan las esperanzas en las riquezas, las cuales son inciertas”, instando en cambio a confiar “… en el Dios vivo …” (I Timoteo 6:17).
La palabra “confianza” significa estar seguro, despreocupado o confiad. El testimonio de David fue: “Los que confían en el Señor son como el monte de Sion, que no se mueve, sino que permanece para siempre” (Salmo 125: 1). Su testimonio fue que la confianza en el Señor le dio la victoria en cualquier situación. Él escribió: “… no temeré ¿Qué puede hacerme el hombre?” (Salmo 56:11), “No tendrá temor de malas noticias [chismes, mentiras o amenazas] …” (Salmo 112: 7). Su confianza en el Señor había desterrado el miedo a estas cosas. Su confianza en el Señor produjo calma en su espíritu. Por lo tanto, él proclamaría en el Salmo 5:11: “Pero alégrense todos los que en ti confían [en el Señor] En ti se regocijen los que aman tu nombre…” Hoy, en lugar de preocuparnos cuando surgen circunstancias difíciles optemos por confiar y descansar en el Señor. Digamos con David: “Jehová es mi fortaleza y mi escudo; en el confío mi corazón…”(Salmo 28: 7).