¿Alguna vez has considerado cuidadosamente las primeras palabras de la Biblia? “En el principio creó Dios los cielos y la tierra.” ¿Por qué no dice simplemente que Dios creó el Universo? ¿Por qué el cielo y la tierra?
A medida que avanzamos en la lectura encontramos la respuesta a esta pregunta, porque la Biblia enseña claramente que Dios tiene un doble propósito; uno que tiene que ver con la tierra y el otro con el cielo. El primero es el tema de la profecía, mientras que el segundo es el tema del “misterio”, o secreto, revelado a San Pablo y a través de él. (Ver Hechos 3:21; y cf. Romanos 16:25). El primero concierne a Israel y las naciones; esta última “el Cuerpo de Cristo”, la Iglesia de la vocación celestial.
Algunas personas se sorprenden al saber que no hay una sola promesa en todo el Antiguo Testamento acerca de ir al cielo. Allí todo el panorama es terrenal, con el Mesías reinando como Rey (Jeremías 23:5; et al). Cuando nuestro Señor apareció en la carne, los ángeles gritaron: “Paz en la tierra” (Lucas 2:14). Él mismo dijo que “los mansos” “heredarán la tierra” (Mateo 5:5). Enseñó a sus discípulos a orar: “Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra” (Mateo 6:10).
Incluso en Pentecostés Pedro declaró que después de “la restauración de todas las cosas” Dios enviaría a Jesús de regreso a la tierra y los tiempos de refrigerio “vendrían de la presencia del Señor” (Hechos 3:19-21).
No fue sino hasta la conversión de Pablo que aprendemos que ahora todos los creyentes en Cristo son “bautizados en un solo cuerpo” (I Cor.12:13), y Colosenses 1:5 y muchos otros pasajes paulinos, hablan de “la esperanza puesta para ti EN EL CIELO”. De hecho, ante Dios, a los creyentes ya se les ha dado una posición “en los lugares celestiales” y son “bendecidos con toda bendición espiritual EN [LOS] LUGARES CELESTIALES en Cristo” (Efesios 1:3; 2:4-7).
Sin embargo, las profecías sobre el Reino todavía se cumplirán y Cristo reinará en la tierra y traerá los “tiempos de refrigerio” prometidos. Gracias a Dios, este mundo no será para siempre un lugar de guerra y derramamiento de sangre, enfermedad y muerte, miseria y aflicción. De hecho, en ese tiempo, el cielo y la tierra se abrirán el uno al otro, y así se cumplirá el doble propósito de Dios: “Para que en la dispensación del cumplimiento de los tiempos Él pueda reunir todas las cosas en Cristo…” ( Efesios 1:10).