Tal vez haya escuchado la historia del hombre que le preguntó a un montañero el camino a un destino determinado.
El montañero tartamudeó y tartamudeó y finalmente dijo: “Desde aquí no se puede llegar”.
Podemos sonreír ante esto, pero los resultados serían aún más divertidos y tristes si le preguntáramos a la persona promedio en la calle el camino al cielo.
¿Cuál es el camino al cielo? Es interesante leer en la Palabra de Dios lo que muchos piensan al respecto. En Proverbios 14:12 leemos:
“Hay camino que al hombre le parece derecho, pero su fin es camino de muerte.”
¿Cuáles son algunos de estos “caminos” que “parecen correctos” a los hombres, llevándolos a la esperanza del cielo? ¿Unirse a una iglesia? ¿Ser bautizado? ¿Hacer lo mejor que uno puede? ¿Guardar los Diez Mandamientos? ¿Amar al prójimo como a uno mismo? Estos son algunos de los caminos que siguen los hombres con la esperanza de obtener la vida eterna, pero todos vienen bajo un título: “Haz el bien”.
Pero, ¿qué dicen las Escrituras acerca de esto? En el Evangelio según Juan se nos registran siete “Yo soy”, que el Señor Jesucristo usó al hablar de Sí mismo.
Uno de estos se encuentra en Juan 14:6:
“Yo soy el camino, la verdad, y la Vida; nadie viene al Padre sino por Mí.”
Este pasaje tiene un doble significado, ya que no solo era la declaración del Señor Jesucristo, sino al mismo tiempo una declaración de las Escrituras divinamente inspiradas. De este versículo aprendemos no solo que Jesús es el único camino al Padre, sino también que Él es “la verdad” en la que se debe creer y confiar. Por lo tanto, podemos creer en el Señor Jesús cuando afirma ser el camino al cielo.
Pero según este pasaje Él es también “la vida”. A medida que depositamos nuestra fe en Él como Aquel que murió en la cruz por nosotros, recibimos la vida eterna. “Él murió para que nosotros pudiéramos vivir”.