Dando gloria a dios en el sufrimiento – I Pedro 4:16

by Pastor John Fredericksen

Print This Article

Comencé a tener fe en Cristo cuando era un adolescente, junto a mi novia y sus padres. En poco tiempo, comenzamos a asistir a una iglesia a ochenta kilómetros de distancia, que enseñaba la Biblia. Los antecedentes de mi fe en la niñez fueron en una denominación liberal y modernista, donde los asistentes nunca escuchaban un verdadero evangelio. Cuando mi antiguo pastor se enteró de que estaba asistiendo a una iglesia fuera de la ciudad con los padres de mi novia, fue a su lugar de trabajo a molestarlos e intentar que se marcharan. Estos fueron tiempos difíciles para ellos, pero confiaron en Cristo y siguieron asistiendo a la nueva iglesia donde estaban creciendo.

Cuando Pedro escribió su primera epístola a los santos del Reino, ellos también fueron perseguidos por su creciente fe. Pedro los animó con estas palabras: ” Así que, ninguno de ustedes padezca como homicida, o ladrón, o malhechor, o por entrometerse en asuntos ajenos. Pero si alguno padece como cristiano, no se avergüence; más bien, glorifique a Dios en este nombre” (I Pedro 4: 15-16). Los santos a quienes Pedro estaba escribiendo habían sido esparcidos por todo el mundo conocido por la persecución de su fe en el Señor Jesús como su Mesías prometido. Los judíos incrédulos, como Saúl antes de convertirse en el apóstol Pablo, los persiguieron adonde fueron, buscando encarcelarlos y torturarlos hasta que renunciaran a su fe en Cristo. Si no se retractaban de Cristo, muchos eran asesinados. Fue en este contexto que Pedro instruyó a estos santos acerca del sufrimiento. Debían tener cuidado de nunca involucrarse en actividades pecaminosas que traerían consecuencias negativas. Si sufrieron por el bien de Cristo, no debían “avergonzarse”, ni retroceder ante su Señor. En cambio, debían responder con alabanza verbal, cantar himnos y permanecer firmes, y así glorificar a Dios. El mismo Pedro lo había hecho cuando había sido golpeado y se le había ordenado que ya no hablara en el nombre de Cristo. Él respondió con “… regocijándose porque habían sido considerados dignos de padecer afrenta por causa del Nombre” (Hechos 5:41). Del mismo modo, Pablo y Silas “… estaban orando y cantando himnos” (Hechos 16:25). Responder con palabras o amenazas airadas no glorificaría a Cristo, pero si demostrar piedad y mejoraría su testimonio.

En cada dispensación “… También todos los que quieran vivir piadosamente en Cristo Jesús serán perseguidos” (II Timoteo 3:12). Sé valiente al compartir a Cristo de una manera sabia y piadosa. Cuando venga la persecución, responde de una manera que “glorifique a Dios” (I Pedro 4:16).