Un artículo del 24 de enero del 2005 la Revista Time Titulada “Twixters” mostraba un análisis investigativo de una tendencia preocupante en Estados Unidos. El autor Lev Grossman explica que muchas personas, entre los veinte y los veintinueve años, ya no son niños, pero tampoco adultos. Al observar una serie de estadísticas, concluye que los “twixters” simplemente se resisten la responsabilidad y la madurez. Festejan varias noches a la semana, tardan cinco o seis años en graduarse de la universidad y luego no usan sus títulos de graduados. Cambian de trabajo frecuentemente, no están casados ni tienen hijos; y viven en un estado de adolescencia perpetua. Grossman concluye que esta falta de madurez tiene profundas implicaciones sociológicas y económicas negativas.1
Del mismo modo, los cristianos de hoy en día a menudo no crecen espiritualmente. Muchos han madurado muy poco, años después de confiar en Cristo como su Salvador. Pablo abordó este problema cuando instó a los creyentes en la iglesia de Éfeso a cultivar la práctica de que “siguiendo la verdad con amor, crezcamos en todo hacia aquel que es la cabeza: Cristo” (Efesios 4:15). Así como los padres anhelan que sus hijos crezcan y se convierta en adultos, en carácter y responsabilidad, nuestro Padre Celestial anhela que sus hijos maduren espiritualmente. El testimonio de Pablo en I Corintios 13:11 fue este: “Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; pero cuando llegué a ser hombre, dejé lo que era de niño”. Para que podamos crecer espiritualmente, primero debemos tomar la decisión de deshacernos de las filosofías, hábitos y prácticas mundanas, y luego debemos reemplazarlos con estándares que sean consistentes con la Palabra de Dios. Pero, ¿cómo puedo hacer esto con éxito para poder crecer en Cristo? Este CRECIMIENTO se puede resumir de la siguiente manera: Debemos ponernos de rodillas en oración, pidiendo su habilitación; Leer la Palabra de Dios a diario; abrazar que los demás necesitan nuestro servicio para Cristo; y trabajar desinteresadamente para promover la causa de Cristo.2 Cada uno de estos pasos nos ayudará a crecer en nuestro Salvador.
Déjame hacerte varias preguntas importantes. ¿Estás creciendo espiritualmente? ¿Has leído más tu Biblia, orado y trabajado por la causa de Cristo en las últimas semanas y más que hace un año o dos? Si no, entonces pregúntate ¿por qué no? Es hora de “despertarse del sueño” y comenzar a crecer en un estilo de vida que realmente complazca al Señor ¿Tomarás la decisión de hacerlo ahora?