“Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz. Y vio Dios que la luz era buena; y separó Dios la luz de las tinieblas. Y llamó Dios a la luz Día, y a las tinieblas llamó Noche. Y fue la tarde y la mañana el primer día”.
— Génesis 1:3-5
Soy creacionista. Personalmente creo que Dios creó todas las cosas en el cielo y la tierra en seis días literales de 24 horas. Una comprensión adecuada de la creación es esencial, ya que es el fundamento sobre el que descansan todas las doctrinas de Dios. Lamentablemente, algunos en la cristiandad han tratado de erigir un elaborado sistema conocido como teoría de la edad diurna para acomodar el calendario geológico de miles de millones de años. Pero ¿pasa esta posición la prueba de Berea?
Quienes se suscriben a la teoría de la edad diurna creen que la palabra hebrea “día” (yom) puede referirse a un día de 24 horas o a un largo período de tiempo. ¡Esto es cierto! Por ejemplo, el día del Señor es un período prolongado que cubre más de mil años. En consecuencia, siempre se debe consultar el contexto para determinar la duración del tiempo considerado. Por supuesto, quienes defienden esta posición enseñan que los días del registro del Génesis cubren literalmente millones y millones de años, lo que se adapta convenientemente a la evolución.
Curiosamente, cuando la palabra hebrea yom se usa con un número, siempre se refiere a un día de 24 horas, sin excepción. Con respecto a la Pascua, Dios instruyó a Moisés: “Siete días comeréis panes sin levadura; aun el primer día quitaréis la levadura de vuestras casas; porque cualquiera que coma pan leudado desde el primer día hasta el séptimo, esa alma será cortada de Israel” (Éxodo 12:15).
¿Concluiríamos de otro modo que el “primer día” aquí es algo más que un día normal? Además, cuando se establecen perímetros en el término yom, como “la tarde y la mañana”, como se encuentra en Génesis 1:4, esto limita el día a 24 horas.
Pero quizás la evidencia más concluyente de que cada día tenía 24 horas se encuentra en Éxodo 20:11: “Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar y todo lo que en ellos hay, y descansó el séptimo día; El Señor bendijo el día del sábado y lo santificó”. Aquí Moisés usa el término yamin, el plural hebreo para “días”, que habla exclusivamente de ciclos de 24 horas.
Si el Espíritu Santo hubiera tenido la intención de transmitir que los días de la creación eran “eras”, habría usado el término hebreo olam, que se define como “tiempo indefinido”. Aceptamos por fe que Dios es soberano y todopoderoso; por lo tanto, era un asunto pequeño para Él hacer que todas las cosas existieran en seis días (Sal. 33:6-9).