Mi padre estaba orgulloso de ser un granjero. En muchas ocasiones me dijo: “Los agricultores son las personas más importantes del mundo. Sin agricultores, el mundo moriría de hambre”. Hay algo de verdad en su concepto. Muchas personas no sabrían cómo sembrar un cultivo, qué semillas usar o cuándo plantarlas. El éxito requiere información adecuada y habilidad en la aplicación. Lo mismo es cierto al plantar la semilla del evangelio en los corazones de las almas perdidas.
Hay algo valioso que debemos saber al estudiar cuidadosamente los métodos utilizados por el apóstol Pablo, en diferentes instancias, cuando plantó la semilla del evangelio. Cuando se defiende ante el rey Agripa, él cuidadosamente da su testimonio de confiar en Cristo para la vida eterna (Hechos 26: 1-23). Cuando las personas no escuchan las Escrituras, a menudo escuchan el testimonio de un “cliente satisfecho” de la gracia de Dios. Pablo explicó que Cristo tuvo que sufrir y resucitar de entre los muertos (vs.23), lo cual es el centro del evangelio. Enfatizar a Cristo, que murió por nuestros pecados y triunfantemente resucitó, es esencial porque, “…no hay otro nombre debajo del cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos” (Hechos 4:12). Aquellos que ganan almas para Cristo esperan la oportunidad de ver una puerta abierta e inmediatamente comparten el evangelio cuando encuentran uno. Pablo aprovechó esta oportunidad con Agripa, como lo hizo Felipe cuando encontró las escrituras de lectura del eunuco etíope. Cuando Pablo tuvo la oportunidad de hablar en las sinagogas, “razonó “con los judíos basado en las escrituras (Hechos 17: 2; 18: 4, 19; 24:25). Siempre es ideal usar la autoridad y el poder de la Palabra de Dios para penetrar corazones endurecidos y documentar lo que el Señor dice acerca de la salvación. Pablo también defendió su reputación ante Agripa, para dar a su testimonio credibilidad ante los perdidos, necesitaba estar “…irreprensible e inofensivo, los hijos de Dios, sin reprensión … entre los cuales brillas como luces en el mundo” (Filipenses 2:15). Debe hacerse una Invitación a las almas perdidas que necesitan “abrir sus ojos y pasar de las tinieblas a la luz” (Hechos 26:18). Pídele que confíe en Cristo cuando comprenda los principios básicos de la salvación solo por la gracia.
No debemos desanimarnos cuando no vemos resultados inmediatos. Pablo dijo: “Yo planté, Apolos regó; pero Dios dio el crecimiento “(I Corintios 3:6). Planta la semilla del Evangelio y deja el resto a Dios. Algunas no germinan en el acto.