Mi esposa y yo lo vemos casi todos los días. Tenemos tres nietos pequeños. Cada vez que uno de ellos se cae, se golpea la cabeza o se lleva un juguete, inmediatamente lloran, con los brazos extendidos acudiendo a mamá o a la abuela. Saben dónde encontrar consuelo, protección y curación de lo que les duele. La verdad es que nos encanta tomarlos en nuestros brazos, besar sus heridas y calmar sus corazones adoloridos. ¿A dónde corres en los momentos difíciles?
David hizo un hábito de vida acudir con frecuencia al Señor Dios Todopoderoso cuando su corazón estaba sufriendo y estaba afligido. Él le decía al Señor: “Mi escondedero y mi escudo eres tú …” (Salmo 119: 114). En el Salmo 27: 5 escribe: “Porque él (el Señor) me esconderá en su tabernáculo en el día del mal, me ocultará en lo reservado de su morada…”. Él creía que a su Dios le importarían los que eran piadosos. Él escribió: “En el secreto de tu presencia los esconderás de la conspiración del hombre…” (Salmo 31:20). Su testimonio fue: “Jehová, roca mía y castillo mío, y mi libertador; Dios mío, fortaleza mía, en Él confiaré; mi escudo, y la fuerza de mi salvación, mi alto refugio” (Salmo 18: 2). Cada palabra en esta descripción resuena con un significado profundo cuando David explica por qué corría al Señor a menudo con sus problemas. Sí, David creía que Dios intervendría muchas veces en su nombre cuando las pruebas se presentaran en su camino. Pero también sabía, a través de la experiencia, que el Señor no siempre elige hacerlo. Cuando este era el caso, se daba cuenta de que era una ocasión para encontrar consuelo, fortaleza, refugio y sanación emocional en una relación cada vez más profunda con el Todopoderoso. Quizá David lo resume mejor en el Salmo 31: 23-24 cuando escribe: “Oh, amad al Señor, todos vosotros, Sus santos; a los fieles guarda el Señor, y para abundantemente al que procede con soberbia. Esforzaos todos vosotros los que esperáis en Jehová, y tome aliento vuestro corazón”. ¿A dónde corres cuando tu corazón está dolido? La próxima vez que tengas problemas, no trates de llevar tu carga solo o recurrir a la ayuda del hombre. ¡Esta vez, corre hacia el Señor! Él consolará y fortalecerá tu alma. También puede intervenir en respuesta a tu venida a él en oración.