Una de las razones principales por las que tantas personas religiosas sinceras quedan en duda e incertidumbre en cuanto a la salvación es porque la Iglesia organizada se ha rebelado contra una revelación distinta e importante de Dios para nosotros, los que vivimos en esta era presente. Esta revelación se encuentra en las palabras inspiradas de Pablo, en Rom. 11:13:
“Porque os hablo a los gentiles, por cuanto soy apóstol de los gentiles, honro mi ministerio”.
Muchos minimizan lo que la Palabra de Dios magnifica aquí. Insisten en seguir a Pedro en lugar de a Pablo, sin ver que la autoridad de Pedro se refería al ahora rechazado reino de Cristo en la tierra sobre Israel y las naciones. Nuestro Señor había dicho a sus doce apóstoles:
“De cierto os digo que vosotros que me habéis seguido en la regeneración, cuando el Hijo del Hombre se siente en el trono de su gloria, también vosotros os sentaréis sobre doce tronos, juzgando a las doce tribus de Israel” (Mat. 19:28).
Seguramente no hay doce tribus en la Iglesia hoy, ni nuestro Señor hizo ninguna disposición, específica o implícita, para la “sucesión apostólica”. Este dogma se basa en la suposición no bíblica de que la Iglesia hoy es el reino que Cristo estableció cuando estuvo en la tierra, y que nuestro ministerio hoy no es más que una perpetuación del que comenzaron los doce.
El hecho es que el ministerio de los doce fue detenido por el rechazo del Rey y Su reino y que los apóstoles mismos finalmente acordaron entregar su ministerio gentil propuesto a Pablo, ese otro apóstol, a quien se le había encomendado “el evangelio de la gracia de Dios” (Lea atentamente, Gálatas 2:2-9 y Hechos 20:24).
Si tan solo las confundidas masas religiosas pudieran ver que cuando Israel se unió a los gentiles en rebelión contra Dios, cuando el pecado del mundo había llegado a su punto máximo y todo estaba listo para el juicio, Dios reveló “las abundantes riquezas de su gracia” al salvar a Saulo, el principal de los pecadores, y enviándolo como heraldo y ejemplo vivo de su gracia! Así escribe:
“Pero la ley se introdujo para que el pecado abundase; MAS CUANDO EL PECADO ABUNDÓ, SOBREABUNDÓ LA GRACIA; “PARA QUE COMO EL PECADO REINÓ PARA MUERTE, ASÍ REINE LA GRACIA, mediante la justicia, para vida eterna, por Jesucristo nuestro Señor ” (Romanos 5:20,21).