Fe sin obras – Santiago 2:14-26

by Pastor John Fredericksen

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Un joven con claro testimonio de la fe en Cristo y el conocimiento de la verdad de la dispensación estaba, hace un tiempo, entusiasmado con el Señor. Él incluso enseñaba en la iglesia. Luego dejó de servir y se alejó del Señor adoptando un patrón destructivo. Su vida espiritual en Cristo se durmió y sofocó internamente. Finalmente, tocó fondo, lo cual lo trajo nuevamente al camino de Cristo. Hoy él sirve activamente a Cristo y experimenta una alegría interna de la cual careció por varios años.

El apóstol Santiago les dijo a los santos del reino algo único en el programa de Israel cuando escribió: “Así también la fe, si no tiene obras, está muerta en sí misma” (Santiago 2:17). Santiago hablaba con otros judíos acerca de justificar el pecado y recibir vida eterna. Él preguntaba: “¿No fue justificado por las obras nuestro padre Abraham, cuando ofreció a su hijo Isaac sobre el altar?” (vs.21). Santiago hizo esta declaración porque los judíos a los que se dirigía todavía estaban bajo la Ley de Moisés. Solo podrían salvarse mediante la fe en el Señor Jesús como su Mesías y la obediencia al Evangelio del Reino. Este evangelio requirió la circuncisión (Génesis 17: 7-14, Hechos 15: 1), la confesión de pecado (Mateo 3: 6, Romanos 10:10), el arrepentimiento y el bautismo en agua para el perdón y la vida eterna (Hechos 2:38; Marcos 1: 4). Esta fue la razón por la cual Santiago usó los ejemplos de Abraham y Rahab, quienes demostraron su fe con obras y en ellas recibió la justificación del Señor. Bajo el programa de Israel, que ahora ha sido dejado de lado, Santiago estaba en lo correcto al decir: “Pueden ver, pues, que el hombre es justificado por las obras y no solamente por la fe” (2:24). Todo esto contrasta fuertemente con el presente programa de gracia de Dios. Hoy somos salvos al 100% sin importar las obras, solamente por fe en la obra de Cristo (Efesios 2: 8-9, Romanos 11: 6). Las obras no se pueden agregar. Dios no aceptará ninguna obra para merecer la vida eterna. La salvación de hoy es totalmente un regalo de la gracia de Dios.

Hay algo que debemos aprender como una aplicación secundaria de las palabras de Santiago sobre la fe y las obras. En cualquier dispensación, hay cierta muerte espiritual, letargo o vacío que se cuela si no trabajamos por la causa de Cristo después de la salvación. Servir a Cristo trae alegría espiritual, propósito, satisfacción y plenitud. Da un respiro a una vida y vitalidad en nuestra fe que no puede experimentarse sin ella. No lo pierdas. Ve tu fe cobrar vida trabajando regularmente para tu Salvador.