Hay dos conceptos básicos sobre cómo obtener la vida eterna. Uno es trabajar duro durante toda la vida con buenas obras religiosas para tratar de “inclinar la balanza a tu favor”. Pero uno nunca puede confiar en que la vida eterna está totalmente ganada. El otro concepto es confiar en el Salvador resucitado, quien compró la vida eterna con Su sangre y nos la ofrece libremente solo si confiamos en Él. Aquellos que confían en Cristo encuentran confianza en su redención en base a las verdades de las Escrituras.
En Hebreos 4:3, el escritor declaró una verdad simple, pero profunda: “Pero los que hemos creído sí entramos en el reposo…” Estas palabras se refieren al descanso de la salvación eterna. El versículo 2 especifica que han sido “anunciadas las buenas nuevas”, pero algunos “de nada les aprovechó oír la palabra, porque no se identificaron por fe”. El versículo 11 instaba a los lectores a “entrar en aquel reposo, no sea que alguien caiga en el mismo ejemplo de desobediencia” El evangelio mencionado aquí fue el Evangelio del Reino, no el Evangelio actual de la Gracia de Dios. Aquellos que creyeron en este evangelio por fe tuvieron que creer que el Señor Jesús era el Mesías prometido de Israel (Juan 1:49; 6:69; 11:27), confesar sus pecados (Mateo 3: 6), arrepentirse de sus pecados ( Mateo 3: 2), y ser bautizados en agua para remover sus pecados (Mateo 3: 6, Marcos 1: 4, Hechos 2:38). Sí, estas fueron “obras” que Dios requirió para demostrar la fe, tal como se describe en Santiago 2:21 y 24. Aquí se les dijo a los judíos, “¿No fue justificado por las obras nuestro padre Abraham, cuando ofreció a su hijo Isaac sobre el altar?” “Pueden ver, pues, que el hombre es justificado por las obras y no solamente por la fe”. Pero, incluso con estas obras, a los judíos aún bajo la Ley de Moisés se les dio la salvación en base a la fe, como está implícito en Hebreos 4: 2. Hebreos 4:10 describió a aquellos que creían en este evangelio como “El que ha entrado en su reposo, también ha reposado de sus obras, así como Dios de las suyas”.
Nuestro Evangelio de Gracia, ofrece vida eterna, solo por la fe, aparte de todas las obras. Una vez lo recibimos, entramos en un descanso de nuestros intentos de llegar al Cielo. También descansamos en la seguridad de la vida eterna, el amor de Dios y todas las bendiciones espirituales en Cristo. Pero por aprecio a la salvación recibida, no debemos descansar de servir a Cristo hasta que venga para llevarnos al cielo.