Tenemos una amiga que parece estar siempre usando la frase: “Es para morirse”. Ella dice cosas como: “¿Has estado en el nuevo restaurante? La comida allí es para morirse” o “¿Has conseguido el nuevo iPhone? Es para morirse”. Este dicho nunca tuvo sentido para mí. Pocas cosas en la vida valen la pena morir, y si mueres por tonterías, nunca más las disfrutarás, ni disfrutarás tampoco nada más. Ciertamente hay algunas cosas por las que vale la pena morir, pero tendría que ser algo mucho más importante que una comida u objeto que no sería pronto recordado de todos modos.
Por trillado que sea el dicho anterior, Pablo dijo algo similar a los santos en Corinto: ustedes “están en nuestro corazón para juntos morir y juntos vivir.” (II Corintios 7: 3b). En realidad, hay cosas y personas por las que vale la pena vivir y morir. Pablo estaba dispuesto a morir por la causa de Cristo. Los perseguidores habían intentado sin éxito silenciarlo cuando predicó a Cristo y una nueva dispensación de gracia disponible para judíos y gentiles por igual. Pero el apóstol Pablo no fue silenciado porque no vivía para sí mismo. Su actitud fue: “Para mí el vivir es Cristo” (Filipenses 1:21). Pablo había aceptado la verdad de que Cristo “murió por todos para que los que viven ya no vivan más para sí sino para aquel que murió y resucitó por ellos.” (II Corintios 5:15). En otras palabras, valía la pena vivir por el Salvador y estaba haciendo exactamente eso. Pero, también pensó que valía la pena morir por el ministerio con otros santos, como los de Corinto. Les dijo a los santos en II Corintios 7: 3, “están en nuestro corazón para juntos morir y juntos vivir”. En otras palabras, estaba dispuesto a morir por su beneficio espiritual. Por eso les dijo a los santos en Filipos lo mismo: si me ofrecen “el sacrificio y servicio de su fe, me gozo y me regocijo con todos ustedes.” (Filipenses 2:17). También aceptó la posibilidad de morir por Cristo y por los que ministraba al verlo como “ganancia” o “muchísimo mejor” (Filipenses 1: 21-23). Volver a casa con su Salvador sería solo una reunión alegre.
¿Has venido espiritualmente al lugar en el que estás dispuesto a vivir verdaderamente para Cristo, o incluso a morir por Él y por otros creyentes? Hoy es el día en que necesitas empacar mentalmente para este viaje, rendirte a Cristo e informarte para el deber. ÉL es vivir o morir.