Una tarde de verano mientras ministraba en Black Hills, Dakota del Sur, regresé a la iglesia para encontrar un equipo que acababa de terminar de repavimentar todo el asfalto de la iglesia. Sabía que no habíamos autorizado un proyecto así, entonces le pregunté al capataz por qué estaban allí. Él acababa de enterarse por su jefe que había llevado a su equipo al lugar equivocado. Se suponía que debían repavimentar en otro lugar de nuestra subdivisión. Por mala suerte, para ellos, fueron a parar al área incorrecta.
Durante cuarenta días después de la resurrección del Señor Jesucristo, se apareció a Sus fieles seguidores, “y les hablaba acerca del reino de Dios” (Hechos 1: 3). “El reino de Dios” es un término genérico relacionado con el gobierno de Dios en todas las épocas, desde la creación hasta la eternidad. En efecto, nuestro Señor les dio un estudio bíblico para ayudarlos a ver cómo encajan todas las cosas en el plan general de Dios. Incluido en esta secuencia, el prometido “reino de los cielos” o el Reino Milenial. Casi con seguridad, explicó acerca de los siete años de tribulación, necesitaba consuelo para enfrentar futuras persecuciones e instrucciones para mantenerse ocupado alcanzando almas perdidas. En este contexto, los discípulos le preguntaron a su Mesías: “… Señor, ¿restituirás el reino a Israel en este tiempo?” (Hechos 1: 6). Su pregunta fue más allá de la curiosidad. Como se indica en Mateo 19:27, se enfocaron como un rayo láser en lo que recibirían cuando se estableciera el Reino Milenial. Su consulta fue incorrecta por dos razones. Dos veces antes, el Señor Jesús les dijo que solo el Padre sabía la hora exacta en que se establecería el Reino Milenial (Mateo 24:36, 42). Por lo tanto, Él dijo: “A ustedes no les toca saber los tiempos …” (Hechos 1: 7). Más importante aún, habían perdido su enfoque en el ministerio. Esta respuesta implicaba que centrarían continuamente su atención en ser fieles en su servicio hasta su regreso como rey de reyes.
A veces, los creyentes en la Dispensación de la Gracia cometemos un error similar al tener un enfoque equivocado. Pensamos principalmente en la familia, el tiempo libre, los deportes, incluso el estudio de la profecía o la expectativa del cielo. Nunca debemos olvidar que nuestro enfoque constante es estar al alcance de las almas con el Evangelio de la Gracia de Dios, y permanecer fieles en Su servicio hasta que Él nos llame a los cielos. ¡Tenemos trabajo que hacer para Cristo! Manténgase enfocado en el ministerio espiritual por encima de otras distracciones.