Han venido a Estados Unidos personas de todo el mundo que buscan una vida mejor. Nuestro país se ha convertido en un “crisol” de diferentes culturas que se han mezclado en un solo pueblo. Un crisol es un envase donde se agregan varios ingredientes hasta que surge una mezcla maravillosa. Nosotros, que conocemos al Señor Jesucristo como Salvador, nos hemos convertido en parte de un crisol de personas mucho mayor. I Corintios 12:13 dice: “Porque por un solo Espíritu fuimos bautizados todos en un solo cuerpo, tanto judíos como griegos, tanto esclavos como libres; y a todos se nos dio a beber de un solo Espíritu”. Durante varios miles de años, el Señor ha estado llevando a los pecadores salvados por la gracia de todo el mundo y los ha colocado en el Cuerpo de Cristo. Por identificación con el Salvador, nos hemos convertido en uno.
Este concepto de que todos los creyentes, independientemente de su edad, color o cultura, se mezclen en un cuerpo de creyentes es más que un hecho doctrinal. Nuestro Salvador tiene la intención de que tenga resultado práctico. Nunca debemos asumir la actitud “… no tengo necesidad de ti” frente a otro creyente (versículos 15-21). Así como un cuerpo necesita cada parte: un ojo, un pie y un oído, todos necesitamos a cada creyente. Así como cada parte del cuerpo físico es “indispensable” (v. 22), debemos ver a cada miembro del Cuerpo de Cristo como necesario para que podamos funcionar correctamente y para ser íntegros. Un oído puede parecer menos bello que los ojos, pero ambos son realmente hermosos cuando comprendemos cuán importante es cada uno para nuestra capacidad de funcionar en total capacidad. De manera similar, debemos ver a cada creyente con “hermosura” o belleza, porque ellos también contribuyen con algo crítico a la función del Cuerpo de Cristo. Dios nos ha “moldeado” a todos juntos con necesidad mutua. Por lo tanto, el deseo del Salvador es que “no haya desavenencia en el cuerpo” (versículo 25a). La palabra “desavenencia” significa una división, separación o brecha. Debemos esforzarnos por mantener la unidad del Espíritu para que no haya “desavenencia” entre los creyentes. Finalmente, ver que los creyentes “se preocupen los unos por los otros” (versículo 25b). Esto significa que debemos alimentar, proteger, consolar y edificarnos unos a otros
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Cada uno deberíamos preguntarnos: “¿Estoy funcionando en combinación con otros creyentes de la manera que el Salvador quiere?” ¿Qué acción puedes tomar hoy para demostrar una actitud apropiada hacia otros creyentes?