Mi padre tenía un buen amigo y vecino, llamado Clarence, con quien creció. La amistad era tan fuerte que este hombre fue el padrino de bodas de mi madre y mi padre. Clarence daba testimonio de conocer a Cristo como su Salvador por su conducta piadosa y su participación constante en la iglesia. Durante décadas después de que mis padres se casaron, Clarence y su familia visitaron nuestra casa, pero luego abruptamente dejaron de hacerlo. El factor decisivo fue que nuestros padres jugaran frecuentemente un inofensivo juego de cartas cuando recibían invitados. A pesar de no haber un versículo claro que corroborara su posición, Clarence creía que jugar cualquier tipo de cartas era pecaminoso, por lo cual se apartó de mis padres.
Los cristianos siempre deben tener referencias concretas de la Biblia Paulina para probar cualquier norma que pretendan defender. Sin esto como nuestra base, cualquiera puede considerar, en su propia mente, que prácticamente cualquier cosa es pecaminosa, es decir, usar pantalones de mezclilla, comer productos con azúcar, teñirse el pelo gris o incluso tener un automóvil. Para evitar conclusiones tontas y prácticas legalistas, debemos vivir tratando de basarnos principalmente de las epístolas del apóstol Pablo. Pero más allá de esto, es importante que nosotros, que comprendemos las libertades de vivir bajo la gracia, no seamos duros en lo que nos permitimos a nosotros mismos. El apóstol Pablo habla de esto en I Corintios 8: 4-13. El problema específico era que algunos creyentes notaban que los ídolos eran solo objetos inanimados y compraban y comían carne más barata que la que les ofrecían a los ídolos. Pablo amonestó: “Pero miren que esta su libertad no sea tropezadero para los débiles … Así, por el conocimiento tuyo se perderá el débil, un hermano por quien Cristo murió” (vss.9, 11). La palabra “perder” aquí significa estropear o destruir. Pablo ciertamente no se está refiriendo a un “hermano” cristiano que pierde su salvación o sufre el castigo eterno. Pablo dice que está mal insistir obstinadamente en usar la libertad de uno para practicar cosas que ofenden a otros creyentes. Es mucho mejor abstenerse en su presencia o renunciar por completo a la libertad. Nuestro impacto en otros creyentes es tan importante que Pablo dice con firmeza: “Pecando contra los hermanos e hiriendo sus débiles conciencias, contra Cristo están pecando” (vs. 12).
Los cristianos sinceros necesitan reevaluar opciones, como el consumo de alcohol, estilo de vestir, y lugares a que asisten. Si la práctica es cuestionable, especialmente si se aborda en las epístolas de Pablo, elige evitarla (vs.13).