El cantante Ricky Nelson una vez tuvo una canción exitosa titulada “I Went To A Garden Party”. En el estribillo, repite las palabras: “No puedes complacer a todos, así que debes complacerte a ti mismo”. Este tipo de filosofía parece que se nos ha metido en la cabeza por varias fuentes: los medios que buscan lavarnos el cerebro con estándares impíos, compañeros de trabajo e incluso familiares que adoptan conceptos equivocados. Escuchamos cosas como: “Tú debes ser lo primero” y “Si no cuidas de ti mismo, ¿quién lo hará?” Sin embargo, en especial para los cristianos, hay un estándar de vida mucho más alto.
Nosotros, que conocemos al Señor Jesucristo como Salvador, nunca debemos olvidar que tenemos una deuda de amor y gratitud con Aquel que pagó nuestra salvación con su sangre. Nuestro objetivo constante debe ser complacerlo a Él en lugar de a nosotros mismos. Pablo nos insta a “… vivir para el Señor [porque] … somos del Señor …” (Romanos 14: 8). Luego les recuerda a los creyentes “… ya no vivan más para sí sino para aquel que murió y resucitó por ellos” (II Corintios 5:15). Pablo también les dice a los cristianos que están casados, que busquen consciente y constantemente complacer a la pareja. El rol apropiado del esposo se describe como preocupado “de las cosas de la vida, de cómo ha de agradar a su esposa” (I Corintios 7:33). La instrucción aquí es que el esposo ofrezca bienestar, traiga seguridad a su esposa y haga las muchas cosas que él sabe que la complacerán. Del mismo modo, Pablo le dice a las mujeres cristianas: “… la casada tiene cuidado de las cosas de la vida, de cómo ha de agradar a su esposo” (I Corintios 7:34). En ninguno de los dos casos, Pablo está hablando o sancionando cualquier forma de mundanalidad. En cambio, él está enseñando a un individuo genuinamente piadoso a tratar de hacer todas las cosas que saben complacerán a su pareja. Debe ser su pensamiento y actividad más importante. Si uno de los cónyuges expresa que algo es importante para ellos, se deben tomar medidas inmediatas para cumplirlo o proporcionarlo. Seguir este camino no es solo la voluntad revelada de Dios; también trae mayor armonía, estabilidad y felicidad a cualquier matrimonio. Pero cuando un individuo solo vive para complacerse a sí mismo, en lugar de a su pareja, el matrimonio a menudo se desmorona a su alrededor.
¿A quién vas a intentar complacer hoy? Si estás casado, te exhortamos a agradar al Señor tratando de complacer a tu pareja. Hacerlo te pagará altos dividendos aquí y en la eternidad.