Sabio y simple – Romanos 16:19

by Pastor John Fredericksen

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En la década de los 60, Art Linkletter presentó un espectáculo llamado “Los Niños Dicen Las Cosas Más Importantes”. Le hacía preguntas sobre la vida a cinco niños diferentes. Las respuestas eran a menudo sorprendentes e hilarantes. En la inocencia infantil, sin los modales del mundo, eran francos en sus respuestas. Por lo general, no tenían idea de qué habla su anfitrión, lo que los hacía hermosos y entrañables. Mientras los escuchaba, sentí el deseo de que su inocencia nunca se perdiera.

Como hijos de Dios, el Señor tiene ese mismo deseo hacia nosotros. El apóstol Pablo les dice a los santos: “… quiero que sean sabios para el bien e inocentes para el mal” (Romanos 16:19). Como hijos e hijas de Dios, debemos madurar en el contenido de nuestra oración, nuestra capacidad para discernir la voluntad de Dios, la eficacia intercambiando nuestra fe y en todo lo relacionado con la piedad. El Señor desea que crezcamos discerniendo la mala doctrina y los falsos maestros, para que podamos llegar a ser “… astutos como serpientes y sencillos como palomas” (Mateo 10:16). A un padre le agrada cuando su hijo puede convertirse en un adulto que se vale por sí mismo. Del mismo modo, le agrada al Señor cuando sus hijos pueden “… crecer en todo, hacia aquel que es la cabeza…” (Efesios 4:15), es decir, todas las cosas que son buenas y que Cristo honra. Sin embargo, hay otra cara. El Señor también nos prefiere “… sencillos con respecto al mal”. Debemos tratar de mantener nuestra inocencia y nuestra distancia de la inmundicia y la corrupción de nuestra sociedad. No deberíamos tener idea de lo que otros quieren decir en juegos sucios, perversiones sexuales y tendencias pecaminosas. El estándar de Dios para nosotros es “…no tengan ninguna participación en las infructuosas obras de las tinieblas sino, más bien, denúncienlas. Porque da vergüenza aun mencionar lo que ellos hacen en secreto”. (Efesios 5: 11-12). A medida que nos acercamos al Éxtasis, pareciera que las actividades pecaminosas que alguna vez se practicaron o que solo se hacían en secreto ahora se exhiben en público y se promueven agresivamente para todos. No obstante, debe ser nuestro objetivo diferenciar lo que es bueno y simple de lo que es malo.

¿Cómo mantendremos hoy tal inocencia? Comienza con el propósito de hacerlo. Debemos tratar de aislar a nuestra familia y a nosotros mismos de maneras prácticas de la exposición a la pecaminosidad. Además, debemos hacer amigos y pasar tiempo con personas piadosas y llenarnos diariamente con la Palabra de Dios. Toma pasos específicos y positivos para hacerlo hoy.