Tuvimos una persona muy querida que, durante décadas, se resistió a salvar su fe en el Señor Jesucristo. Varios miembros de la familia trataron de compartir el evangelio con ella a lo largo de los años. En más de una ocasión, ella respondió diciendo: “Ojalá pudiera tener fe como tú, pero no tengo”. Oramos a menudo por su salvación y buscamos oportunidades para llevarla a Cristo. Afortunadamente, hacia el final de su vida, hizo una profesión de fe.
Aprendemos de Hebreos 11: 6 que sin fe es imposible agradar a Dios. Esto plantea una pregunta: “¿Cómo puede crecer la fe en alguien que no tiene fe?” En realidad, cada individuo necesita dos tipos diferentes de fe. El primero es la fe salvadora en el Señor Jesús, confiando solo en su muerte, sepultura y resurrección como única esperanza de perdón y vida eterna. El segundo es un camino de fe, creyendo y confiando en el Señor todos los días después de la salvación. En ambos casos, hay una manera de hacer crecer la fe, incluso en alguien que se resiste a una fe que agradará a Dios. El apóstol Pablo nos dice: “Por esto, la fe es por el oír, y el oír por la palabra de Cristo” (Romanos 10:17). Mientras más expuestos estemos a las Escrituras, más probable es que la fe crezca internamente. La Palabra de Dios es poderosa y atraviesa el orgullo, el temor y la resistencia. La Palabra de Dios planta la semilla de la fe en todos los que están expuestos a ella, ofrece el agua para que crezca, y elimina la resistencia. Es por estas razones que, cuando somos testigos de un alma perdida, lo más importante que debemos hacer es compartir la Palabra de Dios. Dios usa más que nuestro razonamiento o nuestro testimonio. Entonces, use las Escrituras generosamente cuando trate con alguien que necesita salvación. El mismo principio es cierto para el creyente que necesita crecer en la fe de su caminar diario. La Palabra de Dios renueva y transforma la mente. Escuchar o leer las Escrituras nos revela la voluntad de Dios y despierta el deseo de obedecer. A través del trabajo interno del Espíritu Santo, Su Palabra le da poder al creyente para caminar por fe en obediencia. Puede parecer un principio excesivamente simplista, pero, aun así, es cierto.
Creyente, ya tienes fe salvadora. Si estás luchando en algún área de tu diario andar, expón fielmente tu mente y alma a más de la Palabra de Dios, particularmente a aquellos pasajes que tienen que ver con tu área de necesidad. ¡Esto funciona!