Las instrucciones claras y precisas son vitales. Después de que un avión golpeó el World Trade Center el 11 de septiembre, un empleado de Aon Insurance Company en el piso 93 había comenzado su escape. Pero regresó a su oficina porque los oficiales de seguridad anunciaron que el edificio estaba a salvo y que todos deberían permanecer adentro hasta que les dijeran que se fueran. Antes de morir, habló por teléfono con su padre y le dijo: “¿Por qué los escuché? No debería haberlo hecho”.1
Un desastre ocurrió una vez que Adán y Eva pecaron en el Jardín del Edén. Ellos hundieron a toda la raza humana en la culpa del pecado, condenando a cada uno de nosotros al castigo eterno en el Lago de Fuego. Nuestra única esperanza es ser rescatados. Desafortunadamente, hay muchas voces que envían instrucciones errantes, lo que resulta en la confusión de muchos en cuanto a cómo encontrar el escape de la destrucción eterna. Algunas voces dicen que no hay infierno. Otras voces dicen que solo puedes escapar si realizas ciertas obras religiosas, o si eres miembro de su iglesia. Trágicamente, algunas voces confunden el mensaje que apunta a la cruz del Calvario como nuestra única esperanza al decir cosas como “Dale tu corazón a Jesús” o “Haz que Jesús sea el Señor de tu vida”. Es imperativo que nosotros, que conocemos a Cristo como nuestro Salvador usemos palabras claras, precisas y bíblicas cuando queramos persuadir a otras personas a huir de la destrucción eterna. Efesios 1:13 nos dice que es una cuestión de confiar solo en Cristo. Este versículo dice: “En él también ustedes, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de su salvación…” Debemos poner toda nuestra confianza en el Señor Jesucristo como nuestra única esperanza para el perdón y la vida eterna. “Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; que fue sepultado y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras” (I Corintios 15:3-4). Debemos confiar en Su muerte como el pago de nuestros pecados y aceptar la vida eterna como un “obsequio” (Romanos 5:15-16,18). No debemos confiar en nuestro mérito, porque “… por gracia son salvos por medio de la fe; y esto no de ustedes pues es don de Dios. No es por obras, para que nadie se gloríe” (Efesios 2:8-9). Asegúrate que tu presentación del evangelio sea clara y precisa. Debes hacer énfasis en que las almas perdidas necesitan confiar solo en la obra terminada de Cristo.