“Y pusieron el altar sobre sus bases; porque tenían miedo a causa de la gente de aquellos países…” (Esdras 3:3).
A primera vista, este versículo no parece tener mucho sentido. En los días de Esdras, las murallas de una ciudad eran su principal línea de defensa. Los ciudadanos de Jericó se sentían muy seguros dentro de los confines del enorme muro que los rodeaba. Entonces aquí, si el miedo hubiera caído sobre los judíos a causa de los enemigos que los rodeaban, ¿por qué construirían un altar y no un muro?
Bueno, como quizás sepas, hubo un tiempo en que Jerusalén tenía un muro, pero cuando Nabucodonosor conquistó Israel, sus ejércitos “derribaron el muro de Jerusalén” (II Crón. 36:19). Y el pueblo de Israel sabía por qué Dios había permitido que esto sucediera. Él les había advertido,
“…si no escuchas la voz de Jehová tu Dios…una nación feroz…te asediará…hasta que tus muros altos y cercados caigan…” (Deuteronomio 28:15,50,52).
De modo que el pueblo de Dios sabía que, si continuaban en pecado, ni el muro más fuerte podría protegerlos. Pero también sabían que si escuchaban la voz del Señor, Él los protegería. Y ahora que Dios les había permitido regresar a la tierra después de su cautiverio en Babilonia, escuchar la voz del Señor incluía construir este altar para que pudieran guardar la Ley al observar la fiesta de los tabernáculos con un holocausto (Esdras 3: 4 cf. Levítico 23:34-36).
En el venidero reino de los cielos en la tierra, cuando el pueblo de Dios será lleno del Espíritu y será hecho escuchar Su voz (Ezequiel 36:27), Dios les ha prometido que Él será “un muro de fuego alrededor” de ellos. (Zacarías 2:5). En aquel día, “la salvación pondrá Dios por muros y baluartes” (Isaías 26:1). ¡Eso es parte de lo que lo convertirá en el paraíso en la tierra!
Pero aquí tenemos una diferencia dispensacional. Tu salvación no es ninguna defensa contra los enemigos terrenales. No estás en el reino de los cielos en la tierra y no estás bajo la Ley que prometió a Israel que Dios los protegería si eran buenos. Como miembro responsable del Cuerpo de Cristo, debes tomar todas las precauciones necesarias para protegerte de los hombres malvados.
Una vez conocimos a una adolescente que salía a correr por la noche y le aseguraba a su madre que “el Señor me protegerá”. Obviamente había estado escuchando a predicadores que nos habían aplicado las promesas de la Ley o las promesas del reino. Si bien lo que dijo suena muy espiritual, ¡no sigas su ejemplo! Ésta es un área en la que no dividir (trazar) correctamente la Palabra de verdad podría costarle la vida.